Se abrió la caja de música y ahora la vibración de las notas comienza a agitar el pecho dormido en un salino vaivén.
Me recorre el colorido sueño mientras intento
adelantar todo el trabajo atrasado. Fuerza que invalida el plomo de la rutina
con las alas de esos seres que bailan por mi pecho, por toda mi alma. Agitan
las dormidas aguas y se van mojando las obligaciones.
Aparto estos papeles que otras veces me
alegran. Hoy no puedo conformarme, no puedo fingir que algunos de mis sueños
sustituyen al más grande de todos, el que huyó con las estrellas y dejó mi
cielo en los huesos.
Tanto anhelaba la capacidad de sentir, que
finalmente venció y he quedado expuesta a esta sucesión de brisa y vendaval.
Tanto, tanto quise derretir la roca de mis
entrañas y empapar las nubes, tal vez por ver si así el cielo vuelve a brillar.
Pero hoy todo es de un añil inabarcable.
Noche azul que empaña las palabras. Sutilidad
que sumerge a la razón en el mar de sueño que me ha vencido. Y ya no veo nada
más que el azul.