13/8/15

El silencio del nudo de mar

El nudo de mar ha callado. ¿Dónde navega? La oscuridad no me deja comprobar si crecen plantas en su orilla; ¿han perdido el verdor?
El nudo de mar no respira, o no oigo el motor de su aliento. La perla está más oculta. Ni vida ni muerte. Insípida espera.

Pensamiento hueco. No anhelo ese momento en que se desenrede mi (¿nuestro?) nudo de mar. Pecho sedado, ¿por qué? 

¿Cómo se ha dormido mi pecho? No es muerte, solo descanso semejante al dulce sueño tras un día agitado. Un sueño sin sueños. Una pantalla de cine media hora antes de que comience la película, de que suene el despertador.

¿Qué huracán de emociones encierra esta neblina? No palpita hoy el mar, incluso su sal duerme.
Y no sé si quiero que caiga la noche y despierte mi alma, y hablen los árboles y navegue el viento y el búho derrote a la ceguera, o si en cambio prefiero seguir en este blancuzco sueño, este universo varado tan lejos del misterio.

Si pasadas unas horas las olas me golpean, querré haber seguido durmiendo. ¿Pero no es mi voluntad esa hoja que nada puede hacer contra el vendaval que la arrastra y la nieve que la devuelve con rudeza al suelo?

La nieve, sí, la nieve de este blanco sueño que embota esa parte de la mente que se entrevera con el alma.

Qué extraño es este sosegado no sentir, tan diferente de la muerte pasada. Solo logra introducirse en el lienzo una sutil amenaza. ¿Será un tsunami o una bella ola dorada? ¿Será desgarro o arco iris? El alma anhela el galope de esos oiseaux de mon coeur, pero está cansada de acabar siempre en la UCILI (unidad de cuidados intensivos para locos inconformistas). Parece que esta vez prefiere conformarse, parece que quiere huir de caballos sin brida.

¿Podrá seguir reposando?


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