Déjame ser un gato
y no te ofendas si, de repente,
escapo de tus caricias
y subo corriendo al tejado.
Sólo quiero cantarle a la Luna.
Déjame ser un gato
y no te preocupes
si desaparezco unos días.
Sólo quiero caminar junto a la brisa.
Y cuando regrese,
no me preguntes qué he hecho,
dónde he estado.
Tan sólo déjame
enroscarme en tus piernas
y calentar tu corazón
con mi ronroneo.
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