19/8/18

Sin final


Después de tocar las estrellas, me cortaron las manos. Lo cierto es que pude haber escogido seguir en el cielo, que no es un paraíso, porque exige el esfuerzo de estar constantemente espantando la chatarra espacial que quiere enturbiarlo. Sin embargo, me lancé directa hacia el verdugo y me adentré en una niebla tan espesa que aún hoy quedan restos entre mis ojos y mi piel.

Y da la sensación de que ahora las estrellas me esquivan, cuando en realidad viven esperando que las vuelva a alcanzar. Pero esta niebla pesa en el pecho y en las piernas, y voy despacio dando vueltas por un monótono laberinto.

Y de momento no puedo escribir un final para este capítulo.



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