Solo estás para apropiarte de los logros
ajenos y para deshacerte de tus culpas. Tan dulce de puertas para afuera, pero
el ambiente aquí es irrespirable. Consigues miles de alabanzas por lo único que
haces, esa actividad que te libra de todas las que no haces. Pero ya ha pasado
demasiado tiempo y no pienso exigir cuentas pendientes.
Mi deseo es solo uno: librarme para siempre de
tu hiel, esa con la que me amamantaste, esa con la que me regaste durante
tantas estaciones y que ahora tratas de hacerle beber también a mi vástago.
Veneno que fue absorbiendo mi alegría, que
deformó la realidad para que huyera de ella. Líquido infernal que nunca sacia.
Látigo que devasta mi pecho. Niebla que me aísla.
¿Podría acabar estas palabras con una
esperanza? Ya no. Vuelan los veranos ante mis ojos, mezclados con los inviernos
que ya no fecundan. Se ha trastocado el orden, se han secado los ríos de mi
cuerpo.
Esa canción que nunca llegó a su destino, esas
palabras que dije demasiado rápido. Todo se lo tragó el monstruo que
fabricaste. ¿Qué puedo hacer para desterrarte, junto con él? Mientras mi ser muere sin remedio, el mundo pide que te alabe, te agradezca, te honre, que te
siga entregando mi alma, para que continúes vaciando en ella tus excrementos.
¿Qué me pides, cruel, ignorante mundo? ¿Qué
mentirosa sonrisa eclipsó la verdad? ¿Quién la dirá? ¿Quién la verá y la
defenderá? Mis brazos se van oxidando y yo ya no tengo fuerzas. Mis sueños
duermen y mis ojos se apagan. Ya no hay esperanza.
Winterlandschaft mit Kirchenruine, Caspar David Friedrich |
No hay comentarios:
Publicar un comentario