18/5/14

Rutina

La puerta de salida para la creatividad está cerrada. Una y otra vez subo al desván y allí está mi secreter, con algo de polvo. El papel resplandece iluminado por la luz del sol, que se refleja también en la punta de la pluma, deseosa de contar historias, misterios, aventuras... Hay suficiente tinta y papel. Todo está listo para comenzar a crear nuevos sueños, pero entonces, al acercarme, un sólido muro aparece entre el secreter y yo. Por más que golpeo, el muro no cae. Y allí me quedo, frustrada, viendo el reflejo del sol sobre la punta de la pluma, oliendo la tinta que no podrá cumplir su objetivo.
Vuelvo a la rutina, aún más cansada, desilusionada, sabiendo toda mi creatividad perdida.
Ya he ido tantas veces y siempre se repite.

¿Volver a subir? No lo sé... Sólo deseo poder sentarme y escribir, escribir, escribir... que jamás muro alguno me impida crear. 

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