21/10/15

Renunciar a renunciar

Y después de mi nueva renuncia, de estas líneas que se volvieron a desdibujar, quedamos las calles de vieja piedra y yo. 

Constantes amaneceres, algunos de ellos obligados. Caricias en el corazón, aunque la piel tiene un poco de sed. Nuevos soles. Adiós de tinieblas que fueron yo (¿lo fueron?). 

Segundas incertidumbres. Temblor del corazón. Amenaza del miedo. Esta vez no quiero abrirle la puerta. Deseo de atravesar el puente sin mirar abajo ni a mis espaldas. Solo caminar con los ojos cerrados, con la certeza de que las flores besaron mi rostro.
Sonrisa no velada. Ojos sin piedra. Estrellas fugaces que no se chocan contra las paredes del pozo. No, ya no más pozos. Ya no más corazones que se niegan a abandonar sus zarzas. No más aguas estancadas, sino dulces arroyos que cantan al tranquilo viento. 

No más pasado. Solo un tiempo lleno de tiempo.

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