Navego por mis sombras mientras me desespera tu lógica al
cuadrado y se me enreda el deseo invisible por tus ojos y tu aliento.
Acallo el intenso susurro y lo transformo en una gélida partitura.
Guardo la pluma. Solo un día más. Solo otra eternidad.
¿Qué hago con mis dedos? Pincel sublevado contra el artista.
Quiere cortarme las alas. Se quedan quietos. Estancada la sangre. Me aíslo del
aire al mismo tiempo que extraño el viejo paraíso.
¿Qué está pasando con las palabras? Este mar no respeta nada.
No sopla el viento y aparecen olas con formas imposibles desde múltiples
direcciones. Ahora los verbos están huecos, como interfijos que se han tragado
hasta la fonética. Ni siquiera es un mundo en espejo: no es que al inhalar
expulsen las criaturas el aire y viceversa. No existe la antonimia. No hay
reglas. Tampoco es exactamente un agujero negro que quiere regalar su brillo al
universo. No es un dios despiadado apagando el sol.
Es un cúmulo de ideas abortadas antes de ser concebidas.
Es lo que sucede cuando estás a mi lado y el Todo y la Nada
secuestran y dejan inconsciente a lo que soy.
No tiene ningún sentido y es totalmente fiel a la lógica.
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