Volver a beberme el sol
y aspirar la primavera,
recorrer este hormigueo
que me lleva, como el velero
empujado por la brisa
hasta tu puerta.
Vencer al plomo y a la grieta,
dejar los dedos libres,
soltarme al calor
del pecho anhelante.
Convertirme en encina
que nunca se troncha,
que liba serena el círculo
y a su tiempo da frutos.
Ser en ti sin dejar de ser yo,
ser por ti olvidándome de mí,
a quien tengo demasiado vista.
Encontrar el justo medio
como quien descubre el mayor tesoro.
Ser para mí
y a la vez para todo.
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