4/7/15

Atrapada por las trampas del tiempo



Y la vida siguió, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido. 
                                                                                                     Joaquín Sabina.


Son escasos los instantes en que puedo penetrar la niebla. Como el ciclo del agua, la emoción es primero susurro que se introduce en mis oídos, reposa en mi cabeza mientras se solidifica en imágenes corpóreas, desciende al pecho, donde va aumentando su temperatura para subir de nuevo hasta los ojos y regresar al exterior en su forma líquida.

Son cada día más escasos tu azabache, el azul de mi sonrisa silenciosa... Los inocentes paisajes de mi alma pierden sus latidos y sus reliquias son zarandeadas por los ocupas de mi mente, seres grises cuyo rostro se parece demasiado a un signo de interrogación.

Cuándo les abrí la puerta, cuándo desprotegí este edén, dejando en manos ajenas la gema de lava que origina la armónica danza de todos sus elementos. 

El tipo de las ojeras es, a pesar de su constante tiritar, el más agresivo. Me cuenta historias de apariencia cómica que acaban perturbándome debido a una serie de palabras sueltas, inconexas con el resto del relato.

Como ves, ya ni siquiera soy capaz de esculpir la esencia contenida en este bloque de mármol que es cada emoción. Mi mano ha perdido su firmeza, mis herramientas están impregnadas de la basura que producen estos insolentes ocupas, y el olor a brea me hace olvidar las líneas que halla en primer lugar mi corazón y que mi cincel solo debería copiar.

Pero esta quietud artificial, esta falta de vendaval me lleva a orientarme por las voces de los siniestros sujetos. El volcán está dormido. El ciclo de la emoción permanece en una interminable pausa, como una cinta de VHS que ha sido cortada por las moiras.

Sin calor que derrita el hielo, este se convierte solo en un leve jadeo que se lamenta por las trampas del tiempo: detenido pero alejándome sin compasión de mi azul excelso, de las estrellas de mi arco iris.Avergonzada por lo que ahora soy y deseando que descubras la mariposa que habita algún rincón de mi interior, permanezco atrapada entre la voluntad y la brisa de plomo.

Purgatorio de gusanos satisfechos y sonrisas huecas. Huesos que no vuelven a ser polvo. Y mis ojos se parecen a los de ese tipo del temblor y he cubierto mi cuerpo de gruesas capas amorfas de harapos. Y tú cada vez más lejos y mi anhelo más callado.

Y las trampas del tiempo: tarde de noviembre perpetua; ruedan los años sin amaneceres y sin lumbreras de la noche.

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