Manos que quieren encerrarme, atraparme en cajas de
terciopelo. Convertir mi voz en un monótono canto. Eliminar mi cielo para
instalar su techo.
Ven en mí algodón, quietud, cristal. Porque no se han
atrevido a enfrentarse a su propio espejo. Y si las dejo aproximarse, me
reprochan que sea, sobre todo, aire y fuego. Y un aire caprichoso, además, a
veces brisa, a veces impetuoso viento.
Cabezas que pretenden fracturarme, despojarme de mis mares
revueltos. Su motor inmóvil les lleva a dividirme, sin aceptar que pueda ser
lágrima y sol al mismo tiempo; que me vista hoy flor delicada, mañana desnudas
tinieblas que enredan mi cuerpo, tembloroso y firme, manantial y hielo.
Adjetivo y verbo. Loco querer. Serena pasión que me
desangra. Beso impávido ante las sombras del tiempo, ante los monstruos hechos
de zarzas.
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