El viento se inquieta esperándome. Y tantos años de ausencia
van agotando sus lágrimas. Las flores y las hojas de los árboles añoran sus
caricias y se han cansado de dibujar mi nombre. Tiene miedo la nieve de bañar
mi cabeza en la distancia y que nunca pueda regresar.
Y yo recibo su eco tras estos barrotes de humo que asfixian
mis entrañas, mientras sigo buscando la manera de vencer al monstruo de sombra
que me mantiene presa.
A veces llega también el murmullo de un arroyo que me hace compañía
en esta niebla eterna. Entonces no puedo evitar el deseo de que se desborde y
arrastre las cadenas para facilitar mi huida.
Pero él continúa su camino suave y yo mi lucha agreste.
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