28/5/20

La vieja normalidad

Me hablan de nueva normalidad. Miro a mi alrededor y lo veo todo tan carente de lógica como antes.
Las mismas personas luchando por los mismos problemas o por problemas mayores, esta vez -qué será lo siguiente-.
Siempre son sus guerras. Las nuestras las mataron: primero a golpes, después con caramelos.
Nos vendemos por una comida caliente, por seguir al lado de a quienes amamos, por dormir bajo techo, por proteger a la manada.
Nos vendemos porque saben que lo daríamos todo por nuestra supervivencia y, más aún, por la de los nuestros.
Altos ideales para unas metas tan bajas como las de los amos a quienes servimos en silencio.
Me hablan de nueva normalidad y veo las mismas palabras huecas lanzadas en dardos con el gran poder de invadir nuestra mente y mover nuestra boca y nuestros brazos.
El color inocente de la amapola y el del sol usurpados por símbolos creados y usados por ellos para doblegarnos.
Hemos olvidado la importancia de la razón por la que les damos nuestro tiempo y energía, autoconvenciéndonos de que somos indignos. Aunque sea nuestro amor y nuestra capacidad de seguir en pie lo que nos da esa dignidad.
El ser humano es, en realidad, digno desde que nace. Y solo pierde esta cualidad cuando toma una serie de decisiones con el fin de alcanzar esas bajas metas de sus amos.
Me hablan y yo solo veo la misma vieja normalidad. Y, en medio de ella, pequeños faros que se resisten a perderse a sí mismos.

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