23/1/21

Cartón mojado

Sentimientos a la carta, según la conveniencia del momento. Dicen algunos que esa es la clave. Pero la vida no es un menú del día.

Tampoco creo que se nos pueda reducir al resultado de las tormentas y granizadas contra las que nos toca lidiar.

Sin embargo, en algunas épocas son tan intensas, duraderas y sucesivas que el pecho parece un cartón mojado o una bolsa de plástico dando vueltas sin ton ni son en una calle gris a la que no llegan las hojas de los castaños.

Me acusan de buscar la soledad; no entienden que, entre el ruido de las conversaciones banales y el de mi propia mente básica (que se opone a la compleja. ¿Estoy afirmando que tenemos varias mentes? Así es), siempre me acaba faltando tiempo para escucharme. Y es que no me conformo con esta opacidad. Ellos dicen: úsala de pantalla y compra nuestras quimeras para proyectarlas en tu tonto corazón embarrado, hoy todo al cincuenta por ciento en la sección de palabras huecas y sensiblería. No quiero su opio de colorines. Mi azul es solo azul, no brilla, pero besa mis venas; me mantiene viva de verdad.

Fotograma de American Beauty

¿Y qué hago cuando los truenos no permiten sentir su caricia, si ya he dicho que no compro sucedáneos? Busco un refugio, saco mi colección de caracolas y me pongo a escucharlas, a ver cuál de todas me habla de mí, a ver cuál sabe qué siento.

No ocultaré que he silenciado una: la que susurra tu nombre. No, ya no más nombres. No escribiré letras de más con mi sangre, que si no se me agota.

Siento a medias, siento algo, algo comprendo. Por un rato, ya no soy tan cartón. Llega el azul desvanecido, tan enredado últimamente con la rabia.

Llega leve, pero real.

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