25/12/21

Un nuevo nombre

Sí supe distinguir el brillo genuino y por el camino derruí arcadias.
No evité la noche. Me senté en su regazo y a ratos recorrí senderos de vientos sin nombre.
Llegué hasta la Esfinge. La miré. Me tragó. 
Y al parirme me dio un nuevo nombre. 
Descubrí que la media luna y las caricias escasas e infinitas que habían logrado crecer entre montones de chatarra eran galaxias y células de musgo hoy... y mañana quizás las pezuñas de un corzo, los estambres de una flor o el aire que exhala alguien al otro lado del mundo. 
Derruí, sí, arcadias; arcadias de porexpán. Pero siempre supe distinguir el brillo genuino que existe en ti y en todo lo vivo.

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