26/1/14

Buscando (encontrando) los colores de mi alma

Te veo en ese cielo, ondas arco iris, verde brisa proyectada desde el pozo de mi alma que creí vacío. Antes te quería alcanzar, aún hoy a ratos, porque durante años no he sabido acceder a ti. Y quisiera ser sólo tú, el aire que late en mis células; el agua que me hace desaparecer de lo irreal, y por tanto me convierte en pura realidad; estas estrellas y paisajes que buscaba incesantemente en los libros, devorando páginas, surcando el infinito y saciándome jamás. Póstumas lágrimas, viendo desde la fría piedra lo que pareció eterna infelicidad, reprochándome no haber volado, pero cómo...

No estoy en la lápida, no aún. Y yo me preguntaba cómo... Ellos decían: haz esto, haz aquello, no te reprimas, pero ahí no encontraba los colores de mi alma, la ardiente pero suave felicidad. La hallaba fluyendo por entre vírgenes senderos, siendo testigo de los refulgentes guiños de la noche, y sin embargo se desvanecían en la fingida solidez que empareda mis más profundos deseos. Me perdía en la desesperación de la limitada vida de ese sublime estado.

Pero hoy sé que es cierto, la veo ahí reflejada, sé que sale de mí. Siempre encuentro la manera. No consiguieron que me rindiera ante un falso dios y aprendí a extender mis brazos para ser los hilos de esta danza universal, formando campos de constelaciones. 

Respiro esta sublime mezcla de notas y encamino mis pasos para convertir mi vida en la melodía surgida de este instrumento que es mi ser. Me afino día tras día con la estela del vacío -el vacío cósmico, no la ausencia de vacío en el corazón humano- y los encuentros cara a cara con la susurrante felicidad, se hacen dada vez más duraderos. Y al fin comprendo que no soy yo quien va hasta mi arco iris, sino que me alejo del ruido para ser sólo los colores, el pleno vacío de mi alma.


Escrito mientras escuchaba a Estas Tonné

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