1/1/14

El motor de su vida

No lo veía como una opción de futuro, sino que lo sentía como un color que impregnaba cada átomo de su cuerpo y, aunque en muchas ocasiones había intentado despegárselo incluso provocando lesiones, al final sólo necesitaba descubrir que había pasado a ser el motor de su vida.
Por supuesto que le echaba de menos, pero no era un sentimiento de ausencia, como en anteriores ocasiones. Era una sutil melancolía que le daba fuerzas para luchar por sus sueños, que nutría sus más nobles deseos y avivaba aquella parte tan olvidada de su interior, la que tenía en cuenta los sentimientos de los demás y ofrecía sinceras sonrisas.
Era también la sal que le faltaba a su océano demasiado quieto. El rugido de su corazón se transformó en tempestad generadora de olas que reían y cantaban, aunque la sal a veces escuece, y en esos momentos, alzaba los brazos al cielo, que la arropaba en su manto de lluvia. Y después volvían las risas y un sentimiento de inmensidad que se puede escuchar siempre de fondo al mirarla a los ojos.
Algunos lo confunden con tristeza y amargura, pero yo he podido percibir la canción que emana de su pecho y sé que es felicidad lo que late silencioso en sus entrañas.

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