2/11/20

Claves para desarrollar el pensamiento crítico

Hoy os traigo algunas claves fundamentales para el desarrollo del pensamiento crítico. En primer lugar, tenemos que hablar del lenguaje, un componente esencial en la adquisición de conocimientos.


El lenguaje: una de las funciones superiores del cerebro

El lenguaje es una de las funciones superiores del cerebro. Aunque la información que voy a compartir ahora la podéis encontrar en distintos libros y documentos, yo estoy utilizando en concreto un pdf elaborado por el Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Universidad Nacional Autónoma de México. En la página 20 nos habla de las funciones superiores:

Estas siete funciones cerebrales tienen, por tanto, un papel imprescindible en nuestro desarrollo. Pero ¿cuál es el del lenguaje? 

Además, el manual de Lingüística coordinado por M. Victoria Escandell (El lenguaje humano) explica que: “El lenguaje se asocia a una capacidad de abstracción que permitió desligar la comunicación de la pura mímesis y del entorno inmediato; y permitió, igualmente, recuperar, transmitir y estructurar el conocimiento”.


El conocimiento de la realidad

Como estamos viendo, el lenguaje es imprescindible para conocer la realidad. Y nuestro conocimiento de la realidad va a determinar cómo nos relacionamos con ella. Cuanto mayor y más exacto sea ese conocimiento, mejor podremos gestionar nuestra vida.

Cuando leemos o escuchamos una palabra, es imprescindible que conozcamos a fondo su significado, pero no solo el literal. Porque por un lado está ese significado denotativo o literal y, por otro, todas las connotaciones que se asocian a esa palabra.

Ejemplo: rojo

  •  Significado denotativo: color
  • Significado connotativo: adjetivo que se empezó a usar para referirse a todo miembro perteneciente al bando republicano durante la guerra civil española y que, en determinados contextos, está cargado de un matiz despectivo, ya que se utilizó y se sigue utilizando para insultar a personas que tienen determinadas ideas.

Cuando no se tiene un conocimiento cultural o histórico, no se puede llegar a ese significado connotativo, con lo cual, la información es insuficiente.

Entonces, ¿qué necesitamos para interpretar correctamente un mensaje?

1. Conocer con la mayor exactitud posible el significado denotativo de las palabras: es una buena práctica recurrir al diccionario de vez en cuando. Además, ahora ya lo tenemos en formato de aplicación para el teléfono móvil. Para ampliar el vocabulario, también es imprescindible tener un hábito lector.

2. Conocer, asimismo, el significado connotativo: hay que tener un conocimiento de la cultura en la que se vive, de la Historia... Es el conocimiento enciclopédico o lo que llamamos cultura general. Este conocimiento enciclopédico se va adquiriendo a lo largo de toda la vida: “nunca te acostarás sin saber algo nuevo”.

3. Pero no solo hay que conocer el significado de las palabras. También es imprescindible tener en cuenta cuál es la relación que tienen las palabras entre sí, esto es, la sintaxis. Por ejemplo, el nexo “y” establece una relación de suma entre los elementos que une; el nexo “o”, de opción entre varias posibilidades; el nexo “pero”, de contraposición; etc. Entre las oraciones, puede haber coordinación o subordinación, etc. Por eso es imprescindible manejar la sintaxis, así como la gramática en general. Cuanto más profundo sea nuestro conocimiento de la lengua, más certera será la interpretación que hagamos de un mensaje.

4. Por otro lado, es muy importante saber interpretar correctamente la intención del hablante, esto es, el proceso inferencial. Y en este proceso es tan importante el lenguaje oral como el gestual, y todo el contexto en el que se está emitiendo el mensaje. Cuando hablamos de intención del hablante, no nos referimos a la intención de la persona. Me explico: imagina que estás siendo víctima de un estafador. Esta persona que desea engañarte pondrá todos sus esfuerzos en hacerte creer que dice la verdad y que es una persona de confianza. Para ello, utilizará determinados recursos (gestuales, lingüísticos, etc.). A esto se le llama ostensión

Por tanto, la intención comunicativa del hablante, de este hipotético estafador, es la de generar confianza. Una persona perspicaz y experimentada verá, por un lado, esa ostensión a través del proceso inferencial (qué me quiere comunicar el emisor), y, por otro lado, verá indicios que le lleven a sospechar de la voluntad del emisor de engañarle. Pero el estafador intentará que ese engaño no se pueda inferir de sus palabras y gestos.

Pongamos otro ejemplo en el que no está presente la voluntad de engaño: una pareja, vamos a llamarles Luisa y Juan, va a ir al cine. La película empieza a las siete, son las siete menos diez y Juan no ha terminado de prepararse. Luisa entonces le dice “son menos diez”, seguramente con una expresión ligeramente enfadada y señalando con su dedo índice su muñeca. La ostensión es clara. De sus palabras y sus gestos se extrae su intención comunicativa, que en este caso es exhortativa: la de que Juan se dé prisa para que lleguen a ver la película a tiempo.

En este caso, no hay dobles intenciones.

Como estamos viendo, la comprensión de la realidad se distribuye en distintos niveles.

<<los niños (...) comienzan usando la palabra "babau" para un perrito determinado, aunque sea de peluche, y poco a poco la van aplicando a más objetos y animales hasta que alcanza nuestra categoría "perro" >>. (¿Qué son las lenguas?, Enrique Bernárdez)

El lenguaje va de lo sencillo a lo complejo y esa complejidad se va alcanzando a lo largo de nuestra vida. En ese proceso, vamos estableciendo relaciones semánticas que nos sirven para estructurar el conocimiento.

 

Los universales de la comunicación

En el artículo Cómo nos convencen los políticos expliqué cuáles son los universales de la comunicación y cómo se utilizan desde la política, la publicidad y los medios de comunicación que sirven a los intereses de los políticos, para manipularnos. Hagamos un repaso:

·         Esclavitud de la imagen

·         Teoría de la disonancia cognitiva

·         Reciprocidad

·         Gregarismo

·         Previsibilidad

·         Principio de economía cognitiva

·         Sumisión

Estas son conductas humanas innatas que conocen y utilizan a su favor aquellos que desean ejercer poder sobre nosotros cuando aún no somos conscientes de ello. El origen de estas conductas está en nuestros primeros pasos como especie. Son "comportamientos heredados tras millones de años de adaptación y que se reflejan, fundamentalmente, en las respuestas emocionales que tienen una importancia vital en la comunicación".  (Principios de comunicación persuasiva, Javier de Santiago Guervós).

Aunque todas ellas son importantes para el tema que estamos tratando, vamos a centrarnos en la disonancia cognitiva.

La disonancia cognitiva es el “malestar psicológico o tensión interna que percibimos cuando una creencia personal se ve cuestionada por una nueva información incompatible o contradictoria”. (https://www.psicoadapta.es/blog/que-es-la-disonancia-cognitiva/)

Para resolver esta tensión, podemos hacer dos cosas: descartar la nueva información etiquetándola como ridícula, pseudocientífica, etc., sin llegar a comprobar si es cierta o no, o comprobar su veracidad y, si es necesario, hacer un reajuste en nuestras creencias.

La reacción más cómoda es la primera, pero para desarrollar el pensamiento crítico es imprescindible llevar a cabo la segunda opción: examinar la nueva información recibida y comprobar su veracidad. Este no es un proceso sencillo, ya que vivimos en un mundo que es una red de mentiras y de medias verdades. Los pasos que debemos seguir en esta parte de nuestra búsqueda dependerán del contexto concreto. Por ejemplo, si escuchamos una afirmación científica, tendremos que comprobar quién la hace, si tiene intereses, si para llegar a esa conclusión se ha seguido el método científico, etc. Y cuidado aquí, ya que en múltiples ocasiones el poder recurre a científicos      para dar a una afirmación una pátina de autoridad (la sumisión es uno de los universales de la comunicación) y, basándose en ella, poder ejecutar leyes o medidas con las que restringen nuestros derechos fundamentales. Por lo tanto, un título científico o una revista de renombre no son indicativos de que una afirmación sea científica. Lo único que pueda dar veracidad a una teoría o hipótesis es la propia naturaleza del estudio por el que se llega a esa teoría o hipótesis: si el investigador ha seguido o no el método científico. No todos los resultados de investigaciones son publicados en revistas de renombre.

Con las afirmaciones de carácter histórico sucede algo similar. Hay algunos historiadores interesados en dar una visión sesgada de determinados acontecimientos del pasado, así que es imprescindible distinguir entre un artículo o libro histórico de otro que no lo es. En el primer caso, encontrarás constantes referencias que se pueden consultar y comprobar. En el segundo, puedes encontrar o bien solo elucubraciones sin ninguna referencia o un discurso manipulado en el que sí se te ofrecen fuentes, pero solo aquellas que sirven para reforzar las ideas que se quieren difundir, mientras que se te ocultan deliberadamente aquellas que refutan lo que se dice.

La mala noticia es que aunque vayamos con pies de plomo, podemos equivocarnos alguna vez y, diciéndolo de manera coloquial, nos la pueden colar sin que nos demos cuenta. Por eso es muy importante estar siempre dispuesto a revisar aquello que creemos verídico sin, por ello, dejar de tener los pies en la tierra.

 

Conclusión

Mantener un espíritu crítico es relativamente sencillo. Alcanzar la verdad (o las verdades) no lo es, pero eso no nos exime de renunciar a ella. El desarrollo del pensamiento crítico es un proceso que dura toda la vida y que comienza en la infancia, cuando empezamos a descubrir el mundo que nos rodea y a organizar la realidad a través del lenguaje. Por lo tanto, una de las claves de este proceso es estimular esta función superior del cerebro, llegar, poco a poco, desde una comprensión literal de los mensajes que recibimos hasta una comprensión mucho más profunda, teniendo en cuenta tanto el significado denotativo como el connotativo. Pero, además, hemos de analizar la intención del hablante, tanto la comunicativa como la personal y aprender a descubrir las dobles intenciones.

Necesitamos asimismo un conocimiento cada vez mayor del contexto, de la realidad histórica, social..., tener una cultura general que nos permita interpretar correctamente los mensajes recibidos, tanto de manera oral como escrita (un tuit, un cartel publicitario, una publicación escrita o audiovisual en facebook, etc. también son mensajes).

Otra clave del proceso es la del autoconocimiento, la de identificar nuestras conductas humanas universales (esclavitud de la imagen, teoría de la disonancia cognitiva, reciprocidad, gregarismo, previsibilidad, principio de economía cognitiva y sumisión) y observar si nos están impidiendo de algún modo llegar a un conocimiento más profundo de la realidad. Pero lo más fundamental es la práctica, pues así es como verdaderamente se aprende. 




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