No pretendo que sean estas palabras más que el fruto del uso de mi
libertad, esa sobre la que cada vez echan más tierra. Pero no es tan
peligrosa esta como los bloques de cemento de los que un día quise
salir. Y no, no me refiero a la cárcel urbana que ensucia la brisa de
nuestras entrañas. Estoy hablando de estructuras mentales, filtros que
llueven sobre nosotros desde la cuna hasta la fosilización, a través de
los cuales vemos la realidad. Y solo cuando quedan los pies
inmovilizados, despierta el alma y comienza su lucha por destruirlos.
Mañana, muchos estudiantes abandonarán las aulas y llenarán las calles.
Otros estarán en casa durmiendo la resaca. Y yo me pregunto de qué
sirve. No, no es una pregunta pesimista, sino una llamada a la acción.
¿Pero a qué acción? A la que yo considero verdaderamente efectiva, y
libre.
Libertad es un concepto tan ambiguo. ¿En qué piensa cada uno al hablar de ella? Esta es otra historia.
Volvamos, pues, al tema que nos interesa: la educación. ¿De qué sirve
una huelga de educación? Porque al fin y al cabo, cuando los obreros
hacen huelga, pueden causar ciertos perjuicios al patrón. ¿Pero a quién
perjudican los estudiantes deteniendo las clases? ¿En serio alguien cree
que a los políticos (me da igual de derechas que de izquierdas) les
importa algo nuestra opinión, aunque la gritemos en masa por las calles?
Y ya si tenemos en cuenta que para hacer una manifestación hay que
pedir permiso...
Tendemos a ver las cosas fotografiadas en un instante, sin tener en cuenta todo lo que hay antes y después de esa imagen, y grosso modo,
pasando por alto minúsculos detalles que son los que en realidad tienen
mayor influencia en su resultado final. En otras palabras, confundimos
la realidad con las sombras que vemos proyectadas en la pared. Y digo
yo, ¿qué más da que el decreto no entre en vigor? Es que aunque se
consiguiese cambiar una parte considerable de la legislación, ¿qué va a
cambiar realmente?
La realidad es que los gobernantes se ríen, porque las masas van unos
cuantos días al año a llenar las plazas con gritos, pero uno o dos días
todas las semanas también masas llenan los bares a la par que alimentan
el gran negocio del alcohol y, por supuesto, la juventud (no toda,
afortunadamente) continúa cayendo en esa espiral de degradación de la
que no salen nada más que insultos en una manifestación.
Al mismo tiempo las mismas izquierdas que organizan este tipo de
protestas, vomitan su saco de libertades vacías por doquier. En derredor
no hay más que garabatos que no simbolizan nada.
Y al final lo que sucede es que nos hemos creído la mentira de que
dependemos del Estado para ser educados, cuando no es así. Ya no vivimos
en la época en que aún no existía la imprenta y disponemos de todo tipo
de obras -científicas, literarias, filosóficas-. Y en cambio, la
mayoría de las personas dedica más tiempo a leer sus whatsapp. Hay
maravillosos profesores que aman el conocimiento, pero la información
más ansiada por los alumnos solo tiene que ver con el examen.
En realidad, en estas protestas no se lucha por el conocimiento, sino
por el buche. Porque lo que pretenden Gobierno y oposición (no porque se
oponga a él, sino porque opta a él) es convertirnos en
unas excelentes piezas: trabajar y callar. Y así se va apagando nuestro
espíritu y se degrada aún más la raza humana.
¿Por qué abandonar entonces las aulas? ¿Para qué detener nuestro
aprendizaje? La verdadera revolución está en lo inesperado. Y para mí lo
inesperado es tratar a un profesor con el máximo respeto y conversar
con el simple objetivo de aprender de él, no con el de adquirir unos
conocimientos para obtener una buena calificación. Revolución es
comenzar por aprenderse uno a sí mismo y también examinarse; buscar un
tiempo de soledad cada día para intentar responder preguntas, sin
filtros ni esquemas ya dados; beber el conocimiento de forma virgen.
Revolución es cuidar nuestros cuerpos, ya que el sistema trata de
destruirlos, y madrugar un sábado por la mañana para respirar nuevos
bosques, porque con la mirada limpia, el mismo lugar es distinto cada
día.
De nuevo te invito a pensar: ¿qué consideras que es libertad?
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