19/10/18

Revolución versus huelga

No pretendo que sean estas palabras más que el fruto del uso de mi libertad, esa sobre la que cada vez echan más tierra. Pero no es tan peligrosa esta como los bloques de cemento de los que un día quise salir. Y no, no me refiero a la cárcel urbana que ensucia la brisa de nuestras entrañas. Estoy hablando de estructuras mentales, filtros que llueven sobre nosotros desde la cuna hasta la fosilización, a través de los cuales vemos la realidad. Y solo cuando quedan los pies inmovilizados, despierta el alma y comienza su lucha por destruirlos.
Mañana, muchos estudiantes abandonarán las aulas y llenarán las calles. Otros estarán en casa durmiendo la resaca. Y yo me pregunto de qué sirve. No, no es una pregunta pesimista, sino una llamada a la acción. ¿Pero a qué acción? A la que yo considero verdaderamente efectiva, y libre.
Libertad es un concepto tan ambiguo. ¿En qué piensa cada uno al hablar de ella? Esta es otra historia.
Volvamos, pues, al tema que nos interesa: la educación. ¿De qué sirve una huelga de educación? Porque al fin y al cabo, cuando los obreros hacen huelga, pueden causar ciertos perjuicios al patrón. ¿Pero a quién perjudican los estudiantes deteniendo las clases? ¿En serio alguien cree que a los políticos (me da igual de derechas que de izquierdas) les importa algo nuestra opinión, aunque la gritemos en masa por las calles? Y ya si tenemos en cuenta que para hacer una manifestación hay que pedir permiso...
Tendemos a ver las cosas fotografiadas en un instante, sin tener en cuenta todo lo que hay antes y después de esa imagen, y grosso modo, pasando por alto minúsculos detalles que son los que en realidad tienen mayor influencia en su resultado final. En otras palabras, confundimos la realidad con las sombras que vemos proyectadas en la pared. Y digo yo, ¿qué más da que el decreto no entre en vigor? Es que aunque se consiguiese cambiar una parte considerable de la legislación, ¿qué va a cambiar realmente?
La realidad es que los gobernantes se ríen, porque las masas van unos cuantos días al año a llenar las plazas con gritos, pero uno o dos días todas las semanas también masas llenan los bares a la par que alimentan el gran negocio del alcohol y, por supuesto, la juventud (no toda, afortunadamente) continúa cayendo en esa espiral de degradación de la que no salen nada más que insultos en una manifestación.
Al mismo tiempo las mismas izquierdas que organizan este tipo de protestas, vomitan su saco de libertades vacías por doquier. En derredor no hay más que garabatos que no simbolizan nada.
Y al final lo que sucede es que nos hemos creído la mentira de que dependemos del Estado para ser educados, cuando no es así. Ya no vivimos en la época en que aún no existía la imprenta y disponemos de todo tipo de obras -científicas, literarias, filosóficas-. Y en cambio, la mayoría de las personas dedica más tiempo a leer sus whatsapp. Hay maravillosos profesores que aman el conocimiento, pero la información más ansiada por los alumnos solo tiene que ver con el examen.
En realidad, en estas protestas no se lucha por el conocimiento, sino por el buche. Porque lo que pretenden Gobierno y oposición (no porque se oponga a él, sino porque opta a él) es convertirnos en unas excelentes piezas: trabajar y callar. Y así se va apagando nuestro espíritu y se degrada aún más la raza humana.
¿Por qué abandonar entonces las aulas? ¿Para qué detener nuestro aprendizaje? La verdadera revolución está en lo inesperado. Y para mí lo inesperado es tratar a un profesor con el máximo respeto y conversar con el simple objetivo de aprender de él, no con el de adquirir unos conocimientos para obtener una buena calificación. Revolución es comenzar por aprenderse uno a sí mismo y también examinarse; buscar un tiempo de soledad cada día para intentar responder preguntas, sin filtros ni esquemas ya dados; beber el conocimiento de forma virgen. Revolución es cuidar nuestros cuerpos, ya que el sistema trata de destruirlos, y madrugar un sábado por la mañana para respirar nuevos bosques, porque con la mirada limpia, el mismo lugar es distinto cada día.
De nuevo te invito a pensar: ¿qué consideras que es libertad?

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