27/10/18

Tan lejos


Una y otra vez postergo mi cita con el lienzo que me ayuda a soplar los barrotes de mi celda y me produce la sensación de hacerse un poco menos sólidos.

Y mi pecho. Y mis manos. Y la niebla que quiere absorber la savia. Mezclados en la sombra con las amapolas de secos vértices.

Silenciosas cascadas de las entrañas. Ya no son piedra, pero hieren.

El corazón del viento enterrado, inaccesible. No lo encuentro por debajo de la piel, ni en mis ojos, ¿y en los tuyos? No puedo verlos del todo, silenciado el verde por el miedo a la eternidad de la jaula. ¿Cuántas veces volveré a coser mis alas? O quizás no están rotas, sino que se han acabado los cielos. Cielos de mi mente huecos. Perdí a las criaturas, no encuentro el sendero de mago de antiguos sueños que viví. No encuentro el manzano ni los helechos ni aquella luciérnaga ni rocas vencidas. No encuentro mi verdad; quién sabe si ha sido rasgada por esta sucesión de interminables pasos de barro seco.

Sigo devorando cuevas. Sigo abrazada por techos fríos sin azul ni guiños. Sigo tan lejos. Tan lejos de mí.

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