Me baño con las tormentas de las que se quejan insolentes
soles de cartón. Mis tormentas, que arropan cicatrices, que soplan deshechos
nudos de mar. Humo que huele a diamante.
No valgo para ser rayo que besa la orilla. Soy olas que
intentan gritar bajo ruinas de madera. Soy el famoso árbol que cae en medio de
un bosque desierto. Soy piel insuficiente. Soy excesivas teclas de una
polvorienta máquina de escribir.
Y también soy viento sordo para zarpas vestidas de algodón.
Una nota fuera de la escala de manos de alambre. Un agujero negro hambriento de
perlas que no agota.
Soy duda en la tierra y certeza en el aire.
Soy pluma y cuchillo en mi pecho cansado.
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