24/12/13

Dudas nocturnas

Querida familia:

Quiero despegarme de tu destructiva manera de pensar, pero cada vez que me alejo de ti te me cuelas, te me cuelas con situaciones que me superan, y hay una parte de mí que quiere seguir ciega y otra que llora y luego se culpa por continuar pegada a tu sufrimiento, porque ese es el centro de tus creencias, el centro de mi árbol: la adicción al sufrimiento.

Yo no entiendo la vida, y aún así tengo esta voz interior que siempre me ha acompañado, que me susurra claves acerca de la realidad que luego acabo encontrando confirmadas en el exterior. A veces he deseado no saber, vivir como las personas normales, creer que una enfermedad de verdad es incurable, que es cosa del destino. He visto, he experimentado en mí misma de qué modo nos afectan las creencias de nuestros ancestros. Y veo cómo nos está pudriendo este cáncer. No, corrijo, no el cáncer, esta inconsciencia, el mantener esta forma de pensar. El cáncer sólo es el medio que utiliza la creencia para manifestarse.

Pero salvo unas excepciones, nadie quiere ver. Yo respeto el libre albedrío, pero soy humana. Y eso que he hecho todo lo posible por cubrir mi corazón de espinas y dejar de sentir. Muchos habéis sido testigos de mi crueldad, de mi extrema necesidad de protección (sí, la protección, esa que nuestro programa nos hace buscar en sitios incorrectos, lado derecho....). Y, egoístamente, veo que esta situación, de darse, va a ser definitiva, no sé qué haré con mi corazón. Yo sólo quiero ser feliz, como todos nosotros. Mis creencias, las mismas que las vuestras, a veces me dominan y mi alma me mece en la verdad divina, convirtiéndolas en polvo.

Sin embargo, esto no se resuelve con egoísmo. El rencor me ha comido durante muchos años, desde niña, el dolor de ver que no encajaba ni en mi familia, ni en el colegio ni en la sociedad. Y ahora está el dolor de ver cómo un ser decide apagar su vida por no querer sacar a la luz estas creencias erróneas. Tendré que aceptar esta emoción, tendré que aceptar esta decisión que no me concierne.

¿Y por qué no quiero verla? No lo sé, no me atrevo a llamarte, no me atrevo a verte. Cuando mueras, pronto o tarde, no iré al funeral. Sabes los graves problemas que tengo para comunicarme con los demás. Cuando he ido a verte, no sabía qué decir. No sé hablar con la mayoría de personas. Todo acaba en un qué tal; bien, como siempre. No hay más que decir. Se me apagan las palabras, ¿no será que es mi vida la que lleva tiempo apagada? Soy egoísta y cruel. Supongo que siempre lo he sido. Intento cambiar, a veces. No quiero pensar en cómo te sientes porque me duele. No estoy haciendo lo correcto. Estas palabras me ayudan a darme cuenta. Hasta estoy pensando en ir a verte. Hoy no es un día apropiado para tomar decisiones.

Bueno, familia. Espero que no leáis esto, que luego me decís que si hago daño a la gente. Cada vez que intento expresarme me censuráis. Todo por esa creencia, la creencia que destruye a cada uno de una manera distinta. Estoy aprendiendo a separaros a vosotros de la creencia. Sabéis que en el fondo siento algo por vosotros. Por algún motivo mi alma decidió formar parte de este árbol genealógico. A veces hablo con los ancestros. Ellos saben lo difícil que es estar aquí. Haré las cosas lo mejor que pueda. Por favor, no me critiquéis tanto por mis circunstancias. Yo intentaré pensar en vuestros sentimientos, a pesar de mi crueldad aún tengo empatía. Ninguno de nosotros tenemos ganas de más sufrimiento. Espero hacer lo posible por que no haya más.

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