2/12/13

Una naturaleza y una artifialeza



Así nací, programada para no dejar salir mi alma, como mis antepasados recientes. ¿Cómo serían los lejanos? ¿Qué aventuras vivieron? Tuvo que haber alguno al menos que tuviera una vida plena.

Mi destino no era ni siquiera este. Yo no debería estar escuchando mi voz interior, sino repetir sus vidas sufridoras, callando y lamentando, pagando con las personas más cercanas mis frustraciones. Bueno, aún a veces lo hago. Mi alma encerrada rompe a llorar en los momentos más inoportunos, pero tengo a mi voz interior, mi esperanza, mi voluntad. A esas ya no se las puede quebrar.

Sí, estoy con un pie en mi programa y otro en la verdad de mi alma. No es fácil vivir a medias. No vivir es fácil, sólo tienes que actuar bajo tus patrones automáticos, pero las consecuencias, en serio, son horripilantes. Entonces, en medio de tus explosiones de ira y llanto, dices: si mi vida fuera así y así... Pero yo tengo a mi voz interior, que me serena y me muestra el modo de alcanzar esa vida. Ya he dicho que tengo un pie en ella.

Y en medio de este salto me encuentro. ¿Creíste que es algo basado sólo en la voluntad? El botón de la voluntad tiene que estar encendido, pero encender un interruptor es una pequeña, aunque imprescindible, parte del complejo proceso de llegar a tener luz en la habitación. Necesitas más cosas. Yo ni siquiera he entendido aún cómo demonios funciona un circuito eléctrico, de verdad, no entiendo cómo llegué a la universidad (para luego dejar los estudios ¡que me fascinaban! a medias... el programa, el maldito programa y las malditas idiotas decisiones). Sí, yo era de letras, pero es que eso lo enseñan en el colegio. ¿Cómo demonios aprobé? Me tendrías que escuchar traduciendo textos en inglés con 16 años y ahora. He ido para atrás como los cangrejos. Me he perdido a mí misma, ahí es adonde quería llegar.

Nací tan vacía y tan cansada. Y por otro lado con un potencial inmenso, una gran imaginación y capacidad de comprensión, pero siempre he necesitado estímulos. Tranquilos, no me refiero a las drogas; tengo tendencia a la autodestrucción pero nunca las he probado (y eso que me pega bastante...). Algunos de mis maestros han sido mis mayores estímulos, también los horarios de las clases, el orden en las aulas, lo limpio del pupitre, la calma al otro lado de las ventanas. No sé por qué se me han quedado tanto esos detalles.

Son dos naturalezas (¿naturalezas?) dentro de un ser. No, una naturaleza y una artifialeza. Un pie aquí y otro allá. Pero tengo armas también: una fuerte voluntad, gran capacidad de comprensión, como he dicho, de ver el funcionamiento interno de las cosas y de vez en cuando también me asiste el sentido común, justo cuando más lo necesito, como en el episodio derriba-muros de ayer. Casi me atrapó... casi.

No hay ayuda externa que pueda ayudarme en mi cometido, pero sé que llegaré a llenarme de mí misma, y tanto tanto llenaré, que se me saldrá todo mi ser y os inundaré a todos. Es lo que hay. Id comprando unos resistentes paraguas.

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