Para comenzar este artículo, me gustaría mostrar la
mentalidad de algunas personas que recurren al negocio de los vientres de
alquiler para saciar su necesidad de ser padres. En el foro Babygest aparece la siguiente consulta:
<<si el bebé tuviera algún problema que no tiene solución médica
querríamos abortar (...). ¿La madre subrogada puede decidir no abortar? ¿Qué
pasaría en ese caso? ¿Podríamos decidirlo nosotros?>>. (https://www.babygest.es/foro/tema/que-pasa-si-la-gestante-no-quiere-abortar-y-nosotros-si/)
Creo que no es necesario comentar nada. La pregunta es un
clara muestra del concepto equivocado de paternidad que existe en personas
dispuestas a pagar por un bebé a la carta. Es cierto que debemos ser honestos y
no caer en la generalización, ya que no todos los clientes de este servicio
llegan a tal extremo. Aun así, parten, como digo, de una idea errónea de la
paternidad.
Por desgracia, esta mentalidad egoísta se extiende por
nuestra sociedad, fruto de un proceso gradual de deshumanización al que
asistimos con los ojos vendados, distraídos como estamos por las quimeras del
sistema capitalista, incapaces de mirar ni a nuestro interior ni al interior de
los otros. Cada día, al salir a la calle, nos vestimos nuestra máscara, la cual
vamos identificando poco a poco con nuestro propio ser, que acaba
desapareciendo cuando finalmente esta se apodera por completo de nosotros.
Y dicha máscara no entiende del sacrificio. Hemos olvidado
(o estamos olvidando, si somos menos pesimistas) una idea fundamental, que es
la del amor. No sabemos amarnos a nosotros mismos, lo que implica conocerse,
aceptarse, mejorar, tener valor, saber perdonarse y juzgarse de manera objetiva.
El sujeto que no ha aprendido a amarse a sí mismo de este modo, que nada tiene
que ver con el narcisismo, no tiene la capacidad de amar a los otros (no puede
conocerlos por dentro, sino que solo ve su máscara; ni aceptarlos con todos sus
defectos, y mucho menos soportarlos; etc.). Y esta falta de amor produce un
gran vacío existencial que el sistema capitalista se ocupa de llenar con sus
baratijas (también lo intentan llenar las religiones, la falsa espiritualidad a
lo Paulo Coelho...).
La conclusión a la que quiero llegar es que esa necesidad de
ser padres de quienes recurren a los vientres de alquiler no es sino una de las
manifestaciones de ese fatal sentimiento de vacío, por lo tanto, el bebé a la
carta sirve para llenar su vacío. Lo triste de esto es que no solo los clientes
de la gestación subrogada tienen hijos para satisfacerse a sí mismos, sino que
es una actitud que abunda en nuestra sociedad y que en ningún momento lleva a
plantearse lo que es mejor para la criatura, o al menos no de una manera
profunda. Lo que hacen es transmitir al hijo su idea narcisista del amor,
haciendo que el vacío colectivo de nuestra sociedad aumente.
Volviendo a la consulta que compartíamos al principio, vemos
que estos padres quieren bebés a la carta, llegando incluso a elegir el sexo (https://www.babygest.es/foro/tema/podemos-elegir-el-sexo-del-bebe/).
¿En un futuro se podrá elegir la personalidad? No lo sé, pero eso ¡no es amor!
Lo sublime de la paternidad es amar a una personita que no sabes cómo va a ser,
aceptarla sea como sea, porque eso fortalece nuestro carácter, nos hace
superarnos a nosotros mismos. El amor no tiene expectativas, porque conlleva
obligatoriamente sacrificio. Sin sacrificio lo que hay es una sensación
agradable de compartir buenos momentos, pero ¿qué va a pasar cuando lleguen
problemas serios? Creo que no me equivoco al afirmar que todos conocemos a
algún padre o madre que cuida de un hijo dependiente. En mi caso, conozco a una
señora que tiene un hijo de aproximadamente mi edad con parálisis cerebral. Para
mí, los cuidados de esa mujer hacia su hijo -cada vez que le limpia, le da de
comer, le besa sin que su beso le sea devuelto- son la expresión máxima del
amor; igual que cuando un hijo cuida de su madre o su padre enfermo de
alzhéimer.
Sin embargo, esta actitud escasea cada vez más. En una
conversación reciente surgía el tema de la crianza de los hijos: me comentaban,
por ejemplo, el caso de una niña pequeña que estaba en su sillita con un
teléfono, en un parque, porque al adulto en cuestión no le apetecía llevarla a
los columpios. Día tras día vemos ejemplos similares. Aparte del asunto del
trabajo asalariado, en el que no voy a entrar, falta la voluntad de sacrificarse
por los niños incluso en estas pequeñeces. Como planteaba en el párrafo
anterior, ¿cómo vamos a enfrentarnos así a las adversidades?
Tampoco voy a desarrollar el tema de la adopción, pero no
olvidemos que existen muchos niños huérfanos (casi veinte mil en España). A las
dificultades burocráticas (esta noticia habla de los intereses económicos que
hay detrás de un niño no adoptado: https://extraconfidencial.com/noticias/casi-20-000-ninos-huerfanos-espanoles)
se suma la actitud egoísta que estamos mencionando. Y es que es mucho más fácil
tener un bebé a la carta que cubrir las necesidades afectivas de un niño de
catorce años que lleva en su alma unas cicatrices que pocas personas conocen,
porque eso exige paciencia, inteligencia, firmeza, honestidad y, en fin, mucho,
mucho sacrificio.
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