14/4/12

Amiga Tristeza (pero sólo para un rato)

Hay quien teme la tristeza, huye de ella, la ignora, le corta el paso de salida, que no de entrada, pues ella no está afuera y un día viene a visitarte, sino que procede del mundo infinito en tu corazón y en cualquier momento te dice: ábreme, quiero salir. También hay quien la llama a ella, pero no para dejarla salir, sino para permanecer siempre a su lado.
Hay algo bello y sublime en la tristeza, pero no en la reprimida, sino en esa libre, que sale del corazón y vuela por el aire dándole un tono grisáceo al cielo e incluso puede que se transforme en fina lluvia o en una suave melodía que acaricia las mejillas. Y después te dice adiós con un suspiro, poco a poco asciende, abandona la atmósfera, dejando paso de nuevo al Sol que te mira curioso, se va también del planeta y penetra la espesa oscuridad para convertirse en una estrella que te guiña un ojo desde arriba porque ahora ya conoces su secreto.

3/4/12

Que no se me olvide olvidar

Otra vez los nombres y las sombras. Otro camino virgen. Aquél donde escapé de una cárcel de letras falsas y corbatas y encontré la Piedra que me recordó mi destino.

Y ahora me recuerda mi mayor empeño para hacer explotar mis propios barrotes de copas parásitas*. Cuántas veces tendré que repetirme que la mirada que tengo que hacer brillar es la mía. Los recuerdos son imágenes difusas. Por qué ponerles una emoción si sólo puedo sentir ahora. Por qué no sacar el brillo de estas falsas imágenes y traerlo de nuevo a mi pecho para que me susurre quién soy y me empuje a cumplir mi presente.
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*Copas parásitas: me refiero a una de las doce deformaciones que describe Alejandro Jodorowsky en su libro Evangelios para sanar (al final del capítulo 18).