27/10/18

Tan lejos


Una y otra vez postergo mi cita con el lienzo que me ayuda a soplar los barrotes de mi celda y me produce la sensación de hacerse un poco menos sólidos.

Y mi pecho. Y mis manos. Y la niebla que quiere absorber la savia. Mezclados en la sombra con las amapolas de secos vértices.

Silenciosas cascadas de las entrañas. Ya no son piedra, pero hieren.

El corazón del viento enterrado, inaccesible. No lo encuentro por debajo de la piel, ni en mis ojos, ¿y en los tuyos? No puedo verlos del todo, silenciado el verde por el miedo a la eternidad de la jaula. ¿Cuántas veces volveré a coser mis alas? O quizás no están rotas, sino que se han acabado los cielos. Cielos de mi mente huecos. Perdí a las criaturas, no encuentro el sendero de mago de antiguos sueños que viví. No encuentro el manzano ni los helechos ni aquella luciérnaga ni rocas vencidas. No encuentro mi verdad; quién sabe si ha sido rasgada por esta sucesión de interminables pasos de barro seco.

Sigo devorando cuevas. Sigo abrazada por techos fríos sin azul ni guiños. Sigo tan lejos. Tan lejos de mí.

19/10/18

Revolución versus huelga

No pretendo que sean estas palabras más que el fruto del uso de mi libertad, esa sobre la que cada vez echan más tierra. Pero no es tan peligrosa esta como los bloques de cemento de los que un día quise salir. Y no, no me refiero a la cárcel urbana que ensucia la brisa de nuestras entrañas. Estoy hablando de estructuras mentales, filtros que llueven sobre nosotros desde la cuna hasta la fosilización, a través de los cuales vemos la realidad. Y solo cuando quedan los pies inmovilizados, despierta el alma y comienza su lucha por destruirlos.
Mañana, muchos estudiantes abandonarán las aulas y llenarán las calles. Otros estarán en casa durmiendo la resaca. Y yo me pregunto de qué sirve. No, no es una pregunta pesimista, sino una llamada a la acción. ¿Pero a qué acción? A la que yo considero verdaderamente efectiva, y libre.
Libertad es un concepto tan ambiguo. ¿En qué piensa cada uno al hablar de ella? Esta es otra historia.
Volvamos, pues, al tema que nos interesa: la educación. ¿De qué sirve una huelga de educación? Porque al fin y al cabo, cuando los obreros hacen huelga, pueden causar ciertos perjuicios al patrón. ¿Pero a quién perjudican los estudiantes deteniendo las clases? ¿En serio alguien cree que a los políticos (me da igual de derechas que de izquierdas) les importa algo nuestra opinión, aunque la gritemos en masa por las calles? Y ya si tenemos en cuenta que para hacer una manifestación hay que pedir permiso...
Tendemos a ver las cosas fotografiadas en un instante, sin tener en cuenta todo lo que hay antes y después de esa imagen, y grosso modo, pasando por alto minúsculos detalles que son los que en realidad tienen mayor influencia en su resultado final. En otras palabras, confundimos la realidad con las sombras que vemos proyectadas en la pared. Y digo yo, ¿qué más da que el decreto no entre en vigor? Es que aunque se consiguiese cambiar una parte considerable de la legislación, ¿qué va a cambiar realmente?
La realidad es que los gobernantes se ríen, porque las masas van unos cuantos días al año a llenar las plazas con gritos, pero uno o dos días todas las semanas también masas llenan los bares a la par que alimentan el gran negocio del alcohol y, por supuesto, la juventud (no toda, afortunadamente) continúa cayendo en esa espiral de degradación de la que no salen nada más que insultos en una manifestación.
Al mismo tiempo las mismas izquierdas que organizan este tipo de protestas, vomitan su saco de libertades vacías por doquier. En derredor no hay más que garabatos que no simbolizan nada.
Y al final lo que sucede es que nos hemos creído la mentira de que dependemos del Estado para ser educados, cuando no es así. Ya no vivimos en la época en que aún no existía la imprenta y disponemos de todo tipo de obras -científicas, literarias, filosóficas-. Y en cambio, la mayoría de las personas dedica más tiempo a leer sus whatsapp. Hay maravillosos profesores que aman el conocimiento, pero la información más ansiada por los alumnos solo tiene que ver con el examen.
En realidad, en estas protestas no se lucha por el conocimiento, sino por el buche. Porque lo que pretenden Gobierno y oposición (no porque se oponga a él, sino porque opta a él) es convertirnos en unas excelentes piezas: trabajar y callar. Y así se va apagando nuestro espíritu y se degrada aún más la raza humana.
¿Por qué abandonar entonces las aulas? ¿Para qué detener nuestro aprendizaje? La verdadera revolución está en lo inesperado. Y para mí lo inesperado es tratar a un profesor con el máximo respeto y conversar con el simple objetivo de aprender de él, no con el de adquirir unos conocimientos para obtener una buena calificación. Revolución es comenzar por aprenderse uno a sí mismo y también examinarse; buscar un tiempo de soledad cada día para intentar responder preguntas, sin filtros ni esquemas ya dados; beber el conocimiento de forma virgen. Revolución es cuidar nuestros cuerpos, ya que el sistema trata de destruirlos, y madrugar un sábado por la mañana para respirar nuevos bosques, porque con la mirada limpia, el mismo lugar es distinto cada día.
De nuevo te invito a pensar: ¿qué consideras que es libertad?

14/10/18

Perlas encerradas


Se deslizan perlas por grises laberintos sin hilo ni fin. Savia que se choca, como siempre, contra un muro. Manos ancladas en mares de plástico. Ni siquiera hay a la vista acantilados a los que temer. Cucarachas en lugar de aves. Ladrillos y no hojas.

Hoy, ni una luz real a la que aferrarse.


9/10/18

Magia sin trucos


Ayudé a desterrar duendes y caricias de roble. Me aparté del fuego de invierno. Me dejé llevar por risas estridentes; gritos de carbón. 

Y caminé por un blanco desierto, anhelando desesperada la noche, aferrándome al eco de la perla, que podía escuchar con cierta dificultad en mis venas cansadas.

Logré así sacar mis pies del lodo, besar el arroyo inquieto. Pero aún falta algo: dejar lejos las olas, amarrar las alas al corazón del viento, a la sonrisa del bosque, recordar el nombre de mi savia.

¿Cómo transformar el deber en “quiero”, los ladrillos en cronopios? Si la luz de los ojos fue quebrada y le cuesta oír la melodía nueva del pecho.