16/4/20

Por la ventana

Me quedo mirando por la ventana con la cabeza apoyada en los brazos. Podría parecer que me ha vencido la abulia, que vivo peleando en silencio con las exangües manecillas del reloj. Pero, en realidad, se acumula una pila de trabajo y me amedrenta el calendario, que no se detiene por nadie. 

Y es que junto a los documentos, análisis y lecturas, también hay exceso de pensamientos que se enredan con emociones dispares. Aprendo con tropiezos la archivística de estas cualidades humanas tan extrañas y poderosas. Y, mientras tanto, me rindo a las posibles consecuencias de mis desvíos.

Son breves los momentos de mirar por la ventana. Quisiera transformarlos en sorbos de eternidad intermitente, como hace años, pero me aferro tan solo a los pedazos de bosque desterrado que intentan escalar los muros hacia el caduco azul del cielo.

7/4/20

7-IV-2020

Una vez me dejaste fundir mis labios en tu radiante pecho; y volver a volar en tu útero lleno de estrellas. En cada aliento me nutría tu verde caricia. Me regalaste un éxtasis eterno como el curvilíneo horizonte de tu cuerpo cíclico, inmortal.

Amé hasta tus zarzas, hasta tus tardes nubladas, hasta el fuego apagado por la miseria de mi alma, de mis dedos aprendices. 

No te merecí. No te merezco. No obstante, te anhelo tanto que me consumo en llamas cuando pienso en tu cristalina sangre. Y necesito arrancarme el corazón o dormir de nuevo, en un instante, bajo tus cerezos, para calmar este dolor.

Pero no te alcanzo ni en sueños y mi carretera no llega hasta ti. 

No te merezco, pero ven con tus perennes alas hasta mí, para que no muera entre los plomizos lamentos de mi mente vieja.