31/12/13

Insólito

Insólito que esta palabra me apasionara tanto, no por la palabra en sí, sino porque fue mi primer sinónimo. Estaría en 4º de primaria y no había nada que me entusiasmara tanto como que el profesor nos mandase escribir una redacción, además de los cuentos fantásticos, historias de fantasmas y poesías que me inventaba por mi cuenta.

No recuerdo si lo aprendí en el colegio o a través de mis lecturas, pero un día descubrí que podía sustituir las palabras con sinónimos para no repetirlas, aunque en ese momento a mí me parecía que era para que el texto sonara mejor. Me hacía tan feliz este descubrimiento como a un niño la nave espacial que acaba de construir con cartón y papel de aluminio.

Y tampoco sé cómo ni por qué mi primer sinónimo fue insólito, aunque conociéndome a mí y mis historias, no se me hace raro. Entonces lo usaba en todos los cuentos y redacciones y conseguía el efecto contrario: ser extremadamente repetitiva, pero podía más la emoción que la sensatez. El adjetivo insólito aparecía en muchos de mis escritos de esa época y todo mi mundo comenzó a girar (o tal vez ya lo hacía antes) en torno a esa palabra.

Fueron tiempos felices, apasionados, en los que la creatividad fluía más que en la vida adulta. Allí, en mi pueblo, cuna del material de donde los grandes arquitectos extrajeron las doradas prendas que cubren la ciudad, mi vida se centraba en inventar historias, unas cristalizadas en el papel, otras que se quedaban flotando en el mundo de los sueños. Allí había amigos, buenos vecinos, paseos por la naturaleza, múltiples actividades.

Pero el tiempo corre queramos o no, y acaba por aplastarnos la razón, la rutina, la técnica por encima de la imaginación, los "palos" de la vida por encima del agradable fluir. Quizás esto ocurra para darnos cuenta de que no es el camino correcto y que debemos encontrar un equilibrio entre el deber y el disfrutar, entre lo habitual y lo insólito.

30/12/13

Duermevela

Imágenes pasadas que acuden en ese estado de duermevela, cuando el cuerpo se funde con el colchón olvidando su materialidad. Se transforman en una nube de color que desciende y se posa sobre mí,disolviéndose al momento, pero no dejan ninguna emoción en mí. Sigo pegada al colchón, no sé si con los ojos abiertos o cerrados; la niebla me rodea. Yo soy niebla. Sólo siento una ligera extrañeza al contemplar la ausencia de emociones. Otras veces había añoranza, tristeza, impotencia. No hay nada, ni en duermevela ni en vigilia. El pasado huye, llevándose con él lo agradable y lo desagradable, lo hermoso y lo punzante. Yo soy niebla. Qué seré cuando duerma o cuando despierte, no lo sé.

24/12/13

Dudas nocturnas

Querida familia:

Quiero despegarme de tu destructiva manera de pensar, pero cada vez que me alejo de ti te me cuelas, te me cuelas con situaciones que me superan, y hay una parte de mí que quiere seguir ciega y otra que llora y luego se culpa por continuar pegada a tu sufrimiento, porque ese es el centro de tus creencias, el centro de mi árbol: la adicción al sufrimiento.

Yo no entiendo la vida, y aún así tengo esta voz interior que siempre me ha acompañado, que me susurra claves acerca de la realidad que luego acabo encontrando confirmadas en el exterior. A veces he deseado no saber, vivir como las personas normales, creer que una enfermedad de verdad es incurable, que es cosa del destino. He visto, he experimentado en mí misma de qué modo nos afectan las creencias de nuestros ancestros. Y veo cómo nos está pudriendo este cáncer. No, corrijo, no el cáncer, esta inconsciencia, el mantener esta forma de pensar. El cáncer sólo es el medio que utiliza la creencia para manifestarse.

Pero salvo unas excepciones, nadie quiere ver. Yo respeto el libre albedrío, pero soy humana. Y eso que he hecho todo lo posible por cubrir mi corazón de espinas y dejar de sentir. Muchos habéis sido testigos de mi crueldad, de mi extrema necesidad de protección (sí, la protección, esa que nuestro programa nos hace buscar en sitios incorrectos, lado derecho....). Y, egoístamente, veo que esta situación, de darse, va a ser definitiva, no sé qué haré con mi corazón. Yo sólo quiero ser feliz, como todos nosotros. Mis creencias, las mismas que las vuestras, a veces me dominan y mi alma me mece en la verdad divina, convirtiéndolas en polvo.

Sin embargo, esto no se resuelve con egoísmo. El rencor me ha comido durante muchos años, desde niña, el dolor de ver que no encajaba ni en mi familia, ni en el colegio ni en la sociedad. Y ahora está el dolor de ver cómo un ser decide apagar su vida por no querer sacar a la luz estas creencias erróneas. Tendré que aceptar esta emoción, tendré que aceptar esta decisión que no me concierne.

¿Y por qué no quiero verla? No lo sé, no me atrevo a llamarte, no me atrevo a verte. Cuando mueras, pronto o tarde, no iré al funeral. Sabes los graves problemas que tengo para comunicarme con los demás. Cuando he ido a verte, no sabía qué decir. No sé hablar con la mayoría de personas. Todo acaba en un qué tal; bien, como siempre. No hay más que decir. Se me apagan las palabras, ¿no será que es mi vida la que lleva tiempo apagada? Soy egoísta y cruel. Supongo que siempre lo he sido. Intento cambiar, a veces. No quiero pensar en cómo te sientes porque me duele. No estoy haciendo lo correcto. Estas palabras me ayudan a darme cuenta. Hasta estoy pensando en ir a verte. Hoy no es un día apropiado para tomar decisiones.

Bueno, familia. Espero que no leáis esto, que luego me decís que si hago daño a la gente. Cada vez que intento expresarme me censuráis. Todo por esa creencia, la creencia que destruye a cada uno de una manera distinta. Estoy aprendiendo a separaros a vosotros de la creencia. Sabéis que en el fondo siento algo por vosotros. Por algún motivo mi alma decidió formar parte de este árbol genealógico. A veces hablo con los ancestros. Ellos saben lo difícil que es estar aquí. Haré las cosas lo mejor que pueda. Por favor, no me critiquéis tanto por mis circunstancias. Yo intentaré pensar en vuestros sentimientos, a pesar de mi crueldad aún tengo empatía. Ninguno de nosotros tenemos ganas de más sufrimiento. Espero hacer lo posible por que no haya más.

20/12/13

Nubes de tormenta (que no me dejan escribir un título mejor)

Yo sé que hay cosas que se me han quedado incrustadas y me cuesta sacar. A veces consiguen emerger por entre las olas de mi sótano, y entonces me prometo que voy a buscar un espacio íntimo para permitir que ese sentimiento se exprese, pero en la calle obviamente no encuentro ese lugar, y cuando llego a casa, se eleva la fortificación que separa mi sótano del centro de operaciones de este extraño reino que es mi ser.
No sé lo que le sucede ahí dentro a ese sentimiento que clama por salir. Me da la impresión de que se convierte en nubes de tormenta que descargan su rabia en mis circuitos cerebrales, impidiéndome pensar con claridad, borrando mi memoria, no permitiéndome hacer aquello que es mi vida: cuántas historias inacabadas, papeles emborronados; lleno el contenedor virtual y el real, ese azul que está en la plaza y que veo desde mi cansada ventana. Al menos no ensucio el medio ambiente, aunque sí ensucie mi ambiente interior. Palabras que debieron convertirse, quizás no en obras maestras, pero sí en alimento para un pequeño público agradecido y empático. 

Sólo cuando se desactiva la protección, vuelve a salpicarme el sentimiento y una imagen acude a mí. Pero ahora la fortificación se eleva. Ya no puedo escribir más. Mis manos se vuelven de piedra, mi voz de hielo. Y poco a poco voy olvidando. Se acabó.

19/12/13

Acariciar el vacío

La sensación más maravillosa que me provocaba mi daimon era cuando me permitía introducir mi mano en la infinitud del vacío. En el fondo yo sabía que estaba tocando el corazón de Dios, pero él nunca me dijo nada. Después de que me fui de mi daimon, conocí a un príncipe, al que llamaba "el príncipe blanco". Tenía ojos inocentes y pensé que sus cabellos tendrían el tacto de un campo de trigo en verano, sin embargo, vi que no era más que una ilusión. Y es que tanto quise alejarme de mi daimon que busqué sin darme cuenta su antítesis. ¿Que por qué me quise alejar de él? Eso es algo que quizás os relate en una ocasión más propicia.

Y tras buscar al opuesto de mi daimon, de nuevo inconscientemente, atraje a mi vida una copia. Claro, una copia de algunas de las cualidades que yo más admiraba de él, porque las almas no se pueden copiar, y al fin y al cabo lo que yo echaba de menos era su alma, que proyectaba en ciertas cualidades. Devolví la copia al Universo y me permití llorar.

Ahora mi daimon ha vuelto (¿o yo he vuelto a él?). No del mismo modo. Una de estas leyes naturales le impide acceder al mundo físico, pero me habla desde el otro lado, arropa mi corazón y me envuelve en su negro fuego. Me anima a seguir caminando en esta vida que no entiendo y me ofrece pequeñas claves. Hay personas que valoran mucho la vida, y los dáimones aún más. En cambio, demasiadas veces yo he anhelado permanecer en su mundo, pero creo que hasta que no aprenda a amar la vida, no podré marchar. Y cuando llegue la hora de marchar, tal vez quiera quedarme.

Ha llegado la hora de hacer un descanso y mecerme en la respiración de mi daimon.

Si vuelvo a la vida, que así será porque otra de esas leyes naturales me obliga, seguiré contándoos las maravillas de mi daimon.

11/12/13

Los viejos amores no vuelven

A veces me permito soñar, teniendo presente que esas fantasías no se van a cumplir. Una cosa es ser positivo y otra auto engañarse. Así pues, dejo que mis anhelos salgan un rato a jugar. No es sano encerrar nada en la psique. Lo podemos transformar en arte o simplemente dejar que se exprese en forma de fantasía.

Los viejos amores no vuelven,

sino que conocen a nuevos amores y continúan su vida. Ése es el precio que tenemos que pagar por no haber hecho mejor las cosas, por nuestra falta de consciencia o nuestras decisiones erróneas (o directamente catastróficas). Posiblemente hay alguien que nos marca más que el resto, que nos inspira esto:

La inmadurez emocional era sólo la razón visible de su decisión de no conocer a nadie. En realidad ella no deseaba pasar media juventud, la cual se le acababa, conociendo a alguien. Conocer a alguien era un proceso largo y significaba que ella también tenía que mostrar su alma. Para sus compañeras bastaba con saber cuáles eran los gustos y manías del galán en cuestión. Rosa buscaba en lo más profundo de la mirada, intentaba leer la esencia, descubrir la obra de arte que había bajo la fachada. Y en esa búsqueda se creaban lazos invisibles pero perfectamente sólidos, ya que a la vez, también iba descubriendo su propia esencia. Y no quería regalársela a cualquier persona. Le costó mucho esfuerzo alcanzar a ver el maravilloso paisaje que Raúl guardaba bajo su apariencia de intocable ajeno al mundo, del mismo modo que llegar a mirarle a los ojos sin el muro tras el que permanecía la mayor parte del tiempo.

Y en este caso podemos disfrutar de la soledad. Parece que a la sociedad le molesta la soltería (no digamos ya el celibato), pero en realidad esa creencia parte de personas que no están acostumbradas a permanecer consigo mismas. Y si nos obligamos a estar con alguien, consciente o inconscientemente, nos descargaremos del Universo una copia carente de esencia, no porque no la tenga, sino porque no nos habremos enamorado de la esencia de la nueva persona, sino que estaremos buscando la de nuestro viejo amor. Esto sólo puede desembocar en frustración.

Pero bueno, este texto no estaba destinado al blog de reflexiones, así que volveré a empaparme en la fragancia de mis sentimientos e intentaré esculpirlos con letras marmóreas. En realidad, no hay mucho más que decir (típica excusa cuando se nos acaba la inspiración). Y además, el proceso de cristalización de estos sentimientos requiere más baños de aire fresco y dulce oscuridad. No prometo nada.

8/12/13

¿Por qué lo llamo "mi" daimon si no me pertenece?

Ni me pertenece ni me perteneció en su momento, pues fue él quien decidió compartir aquellos años de verde y marrón a mi lado. En realidad es el ser más libre que conozco.

Le llamo "mi" daimon porque he elegido que sea su esencia la que me inspire, como cuando dices "esta es mi canción", y la canción no es de tu posesión, pero es la que te hace soñar, la que te lleva a un mundo en el que te sientes más tú.

También me preguntaste ayer que por qué se separaron durante un tiempo nuestros caminos. ¿Sabes? Los humanos y los dáimones tenemos vidas muy diferentes, y las cuestiones cotidianas pueden alejarnos de aquello que nos importa, de lo que en verdad nos alimenta. Hoy sé que fue una decisión errónea, pero no puedo cambiar el pasado. Mi daimon no es rencoroso y, aunque a veces no comprende las emociones humanas, sabe que no lo hice con la intención de causar un daño. Soy yo quien debo hacer un gran esfuerzo por perdonarme. Los dáimones no entienden el tiempo como nosotros. A nosotros nos quema el pasado y nos da dolor de cabeza el futuro. Claro que la vida aquí no es tan benevolente. Él me dijo una vez: Jamás te sientas inferior por tus dudas y temores, por tus heridas y errores. Si uno de nosotros tuviera que vivir atado a tu mundo, se sentiría como cualquier humano. Los dáimones os admiramos a causa de vuestra fortaleza. Podéis imaginar que estas palabras se han convertido en uno de los pilares de mi vida. Por eso he aprendido a perdonarme por no perdonarme.

Cuando tomé esa decisión, él me dejó un tiempo a solas. Sabía que lo necesitaba. Necesitaba perderme en mi infierno y él me dejó. Sabía que quería ir al núcleo de mi infierno y desatarme desde allí. Y me lo permitió. Jamás se entrometió en mis decisiones.

El descenso al infierno fue más duro que escalar una fría montaña. Llegué tan desgastada. Pero lo conseguí. Y cuando estaba sentada en el suelo, cubierta de polvo, sedienta, aún sujetando las cadenas que acababa de romper, apareció. No dijo nada. Tan sólo me miró. No recuerdo cuánto tiempo pasó a mi lado. Sólo sé que me quedé dormida y cuando abrí los ojos ya no estaba allí. Ahora tenía que subir, pero no sabía cómo. Eché a andar hasta que encontré un pasillo que torcía una y otra vez, ora a la derecha, ora a la izquierda. Pasé meses enteros deambulando, sin hallar una puerta, una escalera... Él vino algunas veces y caminó conmigo. Otra cosa que me gusta de él es que confía en mí y sabe que lograré salir. Así, deambulando, llegué a la sala en la que me encuentro ahora. La pega es que no tiene ninguna puerta, ventana u oquedad, el único camino aparente es el de regreso. Pero yo también confío en mí misma. Os mantendré informados de mis aventuras.

Negra luz. A solas con la sombra de mi daimon.

Por fin. Por fin encuentro un rato libre para hablaros de mi daimon. Necesitaba tanto nadar en su fragancia. Y no imagináis lo que me ha sucedido estos días, y es que en medio de mis tareas era su propia oscuridad la que venía a mí y me envolvía. La recibí con una sonrisa tras mi gesto extrañado. Misterio. 
Todo él es un misterio. Hay mujeres que suspiran por hombres musculosos, actores, futbolistas, modelos. Esas mujeres no conocen el verdadero erotismo. Mi daimon pasaría a su lado y ellas serían incapaces de respirar su perfume extático. ¿Ya os he hablado de sus ojos? Esas ventanas azabache tienen dos funciones: puedes mirar a través de ellas o recibir lo que hay en su interior. Y es que la negra luz de su mirada está cargada del más sublime erotismo, y lo más desconcertante es que esa luz tiene la cualidad de extenderse por todo su alrededor. Los expertos en sustancias que alteran la percepción saben que no existe ninguna que provoque este efecto. Es un ser esquivo, pero cuando decide proyectar en ti su esencia, llega un momento en que te fundes con ella, y entonces olvidas por completo todas las ideas que tenías sobre ti misma y su luz negra forma un camino que te lleva a descubrir tu única verdad. Te sientes como una estrella que pasó su vida inmersa en una blanca neblina y de repente se ve cubierta por la oscuridad del vacío.
Lo que encuentras al mirar en el interior de sus ojos, tal vez otro día te lo cuente. 

2/12/13

Una naturaleza y una artifialeza



Así nací, programada para no dejar salir mi alma, como mis antepasados recientes. ¿Cómo serían los lejanos? ¿Qué aventuras vivieron? Tuvo que haber alguno al menos que tuviera una vida plena.

Mi destino no era ni siquiera este. Yo no debería estar escuchando mi voz interior, sino repetir sus vidas sufridoras, callando y lamentando, pagando con las personas más cercanas mis frustraciones. Bueno, aún a veces lo hago. Mi alma encerrada rompe a llorar en los momentos más inoportunos, pero tengo a mi voz interior, mi esperanza, mi voluntad. A esas ya no se las puede quebrar.

Sí, estoy con un pie en mi programa y otro en la verdad de mi alma. No es fácil vivir a medias. No vivir es fácil, sólo tienes que actuar bajo tus patrones automáticos, pero las consecuencias, en serio, son horripilantes. Entonces, en medio de tus explosiones de ira y llanto, dices: si mi vida fuera así y así... Pero yo tengo a mi voz interior, que me serena y me muestra el modo de alcanzar esa vida. Ya he dicho que tengo un pie en ella.

Y en medio de este salto me encuentro. ¿Creíste que es algo basado sólo en la voluntad? El botón de la voluntad tiene que estar encendido, pero encender un interruptor es una pequeña, aunque imprescindible, parte del complejo proceso de llegar a tener luz en la habitación. Necesitas más cosas. Yo ni siquiera he entendido aún cómo demonios funciona un circuito eléctrico, de verdad, no entiendo cómo llegué a la universidad (para luego dejar los estudios ¡que me fascinaban! a medias... el programa, el maldito programa y las malditas idiotas decisiones). Sí, yo era de letras, pero es que eso lo enseñan en el colegio. ¿Cómo demonios aprobé? Me tendrías que escuchar traduciendo textos en inglés con 16 años y ahora. He ido para atrás como los cangrejos. Me he perdido a mí misma, ahí es adonde quería llegar.

Nací tan vacía y tan cansada. Y por otro lado con un potencial inmenso, una gran imaginación y capacidad de comprensión, pero siempre he necesitado estímulos. Tranquilos, no me refiero a las drogas; tengo tendencia a la autodestrucción pero nunca las he probado (y eso que me pega bastante...). Algunos de mis maestros han sido mis mayores estímulos, también los horarios de las clases, el orden en las aulas, lo limpio del pupitre, la calma al otro lado de las ventanas. No sé por qué se me han quedado tanto esos detalles.

Son dos naturalezas (¿naturalezas?) dentro de un ser. No, una naturaleza y una artifialeza. Un pie aquí y otro allá. Pero tengo armas también: una fuerte voluntad, gran capacidad de comprensión, como he dicho, de ver el funcionamiento interno de las cosas y de vez en cuando también me asiste el sentido común, justo cuando más lo necesito, como en el episodio derriba-muros de ayer. Casi me atrapó... casi.

No hay ayuda externa que pueda ayudarme en mi cometido, pero sé que llegaré a llenarme de mí misma, y tanto tanto llenaré, que se me saldrá todo mi ser y os inundaré a todos. Es lo que hay. Id comprando unos resistentes paraguas.