15/2/20

Brisa

Deseo que estas palabras salgan de mi estómago y de mi pecho en forma de brisa. Ahora mi interior es un desguace plomizo en el que conviven trapos raídos y esmeraldas, y aunque aprendí la importancia de acariciar ambos tipos de objetos en lugar de desechar uno u otro, vivo de nuevo a ratos, pocos ratos. Inerte a medias.

Porque hay días en que creo que la llave es dejar pasar a través de mí este temblor. Temblor que comprendo en momentos establecidos por los astros que me invento. Otros días lo que creo es que me invento lo que comprendo, y que no hay llave ni puerta; solo un océano inmenso de aguas enfrentadas.

Hoy quiero hablar; quiero hablarte desde la voz que todo lo atraviesa con fonemas primigenios. Y que el brillo bese la brisa y haga brotar semillas de sueños. Y que los riegue el ambarino sudor del mediodía y los despierte dulcemente el rocío.

Que estas palabras fluyan a través de mi boca y mis poros y converjan mis cuentos de niña que inventa astros con el escenario que me impone la ventana.