21/12/15

"Incurable sonámbula"

¿Cómo quiere el destino que entregue mis pechos a nuevas pasiones si vivo anclada a este pozo? Da un poco de reposo a mi corazón y en él me asomo a contemplar las imágenes que el Brujo del Olvido no ha logrado robar (no te las describiré hoy).

Mis piernas, cada día en más abrupta desproporción con mis latidos agitados, buscan ausentes minerales bajo la piedra fría. Quieren ser raíces; ignoran que Peneo no las salvará. No corre ambrosía por mis venas. Lo que mora en ellas es la inmensa plenitud del vacío, el hermoso lienzo sobre el que sonríen las estrellas, el corazón de Dios, que decidió hacer su casa en tus ojos y que después se convirtió en la tinta que hoy oxigena mis células. Mías, porque están en mí, pues ya no soy yo su dueña.

¿Y planea el tiempo que deje hueco a ardientes realidades, expulsando tu dulce recuerdo? ¿Desea que mi cuerpo se ponga en pie y se lance al mar, dejándose acariciar por la espuma de las olas? Ya probé una vez ese éxtasis. Fue tan efímero y me dejó seca el alma. Pero no, silenciemos al destino. Ven con tu aliento de primavera y lame las capas de hielo que se han formado sobre mi piel.

Y si no vas a venir, dile al destino que me deje seguir abrazada a este pozo hasta que la nieve bese también mis cabellos.



19/12/15

La última hoja

Amado cuervo, ven y pósate sobre mi mástil. Dame una razón para no huir de este barco de leyenda, que es cada noche más frío y acumula redes de seda, cárceles para mi pecho.


Ya se acerca el marinero envuelto en sol. A cada paso me invita a subir a su nave, una sencilla embarcación que huele a hierba y a lentas caricias. 

Aún soy joven. ¿Cómo obligar a mi alma a morir en nuestro barco? Me cubre el polvo. Ni siquiera has prometido tu regreso. ¿Qué fuiste a buscar a esa cueva subterránea? Te esperó la calidez de mi vientre, pero ya ha empezado, junto con el resto del cuerpo, a perder sus hojas. He conocido muchas especies de aves. Me abrazaron los cuatro vientos. Caí en la emboscada de las tormentas y fui herida por un despiadado rayo. Pero sobreviví, y a partir de entonces, he ido aprendiendo a navegar. Sin embargo, no he avistado tierra.

Ya oigo el saludo del marinero brillando en medio de su rostro. Ya viene con su piel palpitante y su pecho de lava. Se quiebra la mañana con el callado grito que me golpea desde adentro. Y en lo más profundo, el paisaje de tu alma que se convirtió en tinta. Siento que no eres pasado o futuro. Solo una ineludible eternidad.

¿No me queda otro remedio más que incendiarme en este barco? Triste Penélope que no sabe tejer. Abatido Teseo que ha perdido su hilo. 

Extiende el marinero su mano. El viento mece la última de mis hojas.


16/12/15

Tu dulce destierro

¿Cuántas veces habré de pedirte que me expulses de tu memoria? Arriban a esta orilla las olas transportando el eco de tus pensamientos. ¿Acaso creen que soy un puerto? Tú sabes que ni encrucijada de caminos ni suave y amena playa se pueden encontrar en mí, pues te asomaste tímidamente al mismo acantilado al que se le antojó hacerte huir.

¿Pero qué vienes buscando ahora? Intentas seducirme con promesas de un calmado futuro, ignorando aún el vendaval con el que se viste mi pecho. Y mi cuerpo es agitado testigo de cómo das palos de ciego. Ven, escucha: si tanto te interesa convencerme, sedúceme con la extasiada danza de desconocidos seres arbóreos entre tu sangre y tu piel, atráeme con los nudos de mar que un afortunado día aprendiste a deshacer, no busques ocultar el alfabeto perdido de tus raíces, muéstrame los colores que te parieron, embriágame con la savia del bosque sagrado, si es que ha sido ella la que ha ido añadiéndole palmos a tu ser.

Pero no, no me recuerdes si la chispa de la vida nunca rozó tu corazón, si tu nombre no tiene fragancia, si no hay magia en tus manos. No me pienses como el gorrión que descansa en su nido, sino como el águila que besa el viento. No me sueñes si te asustan los acantilados, si en ti murió la sensatez del mundo y la locura de los días. No me sueñes si para ti las palabras son conjuntos de letras y las melodías una serie de notas.

Si en ti no hay paisajes, destiérrame de tu memoria, deja que mi eterna ausencia cubra las huellas y busca una serena playa en la que seguir jugando a vivir.

13/12/15

Explícame...

Explícame cómo es esto de vivir, porque nunca lo he sabido. ¿Qué es vivir? Yo sueño, pero mis pies cargan con kilos de lodo. Decenas de angelillos diabólicos disparando angulares circunstancias y, por un lado, mis colores, mientras por otro, ogrientas emociones que intentan desahuciarme de mi propio cuerpo.

¿Cómo se hace para ser valiente? ¿Cómo saltas al vacío cuando no te juegas solo tu vida, sino que hay un alma inocente que depende de ti? No sé si hago lo correcto, trato de ir vadeando las saetas que quiebran mi paz y por el camino aplasto alguna que otra víbora. No te asombres, es por el barro de mis pies, que con el tiempo se va endureciendo.

Pero de todos modos, ¿acaso sabes tú más que yo de ser valiente? Mejor no remover el pasado, porque los dos podemos acabar pringados. 

¿Y de qué han servido estas palabras? ¿Pero es que alguna vez se aprende a vivir o es un privilegio que solo adquirimos cuando ya no necesitamos saberlo? 

Solo quiero que mi estrella azul brille tan fuerte que nada pueda volver a apagarla jamás. Pero mira, diciembre y la blanca neblina, la falta de noche y de fuego, la falta de ti, un cobarde al que mi cobardía detesta y a quien mi pecho no se cansa de amar.

Quisiera ser solo pecho para poder vivir de verdad. Que todo fuera gritar de alegría, llorar de pasión. Que todo fueran nudos de manos. Pero aquí estoy, helada, cansada por el peso de mis pies, esperando la siguiente flecha envenenada. ¿Y tú, dónde, cómo estás?

El hechizo

Estaba demasiado ocupada remendando cicatrices como para enseñarte mis medias de cristal, de manera que no descubriste el hada que esperaba aburrida dentro de mí. Y ahora que anhelo tanto asombrarte, ya es demasiado tarde.

Se han esfumado las medias de cristal, se ha perdido el color de mis mejillas y mis ojos, que antes te embrujaban, viven ahora enmarcados en una pared de granito. Mis cabellos aún no son blancos, pero no hay nada suave en ellos; por aquí siempre hay niebla.

Mi hada ya no está aburrida, sino que ha comenzado a desvanecerse y clama porque tus labios besen a este sapo que la envuelve y rompas así el hechizo.