15/8/15

Añil


Se abrió la caja de música y ahora la vibración de las notas comienza a agitar el pecho dormido en un salino vaivén.

Me recorre el colorido sueño mientras intento adelantar todo el trabajo atrasado. Fuerza que invalida el plomo de la rutina con las alas de esos seres que bailan por mi pecho, por toda mi alma. Agitan las dormidas aguas y se van mojando las obligaciones.

Aparto estos papeles que otras veces me alegran. Hoy no puedo conformarme, no puedo fingir que algunos de mis sueños sustituyen al más grande de todos, el que huyó con las estrellas y dejó mi cielo en los huesos.

Tanto anhelaba la capacidad de sentir, que finalmente venció y he quedado expuesta a esta sucesión de brisa y vendaval.

Tanto, tanto quise derretir la roca de mis entrañas y empapar las nubes, tal vez por ver si así el cielo vuelve a brillar. Pero hoy todo es de un añil inabarcable.

Noche azul que empaña las palabras. Sutilidad que sumerge a la razón en el mar de sueño que me ha vencido. Y ya no veo nada más que el azul.


13/8/15

El silencio del nudo de mar

El nudo de mar ha callado. ¿Dónde navega? La oscuridad no me deja comprobar si crecen plantas en su orilla; ¿han perdido el verdor?
El nudo de mar no respira, o no oigo el motor de su aliento. La perla está más oculta. Ni vida ni muerte. Insípida espera.

Pensamiento hueco. No anhelo ese momento en que se desenrede mi (¿nuestro?) nudo de mar. Pecho sedado, ¿por qué? 

¿Cómo se ha dormido mi pecho? No es muerte, solo descanso semejante al dulce sueño tras un día agitado. Un sueño sin sueños. Una pantalla de cine media hora antes de que comience la película, de que suene el despertador.

¿Qué huracán de emociones encierra esta neblina? No palpita hoy el mar, incluso su sal duerme.
Y no sé si quiero que caiga la noche y despierte mi alma, y hablen los árboles y navegue el viento y el búho derrote a la ceguera, o si en cambio prefiero seguir en este blancuzco sueño, este universo varado tan lejos del misterio.

Si pasadas unas horas las olas me golpean, querré haber seguido durmiendo. ¿Pero no es mi voluntad esa hoja que nada puede hacer contra el vendaval que la arrastra y la nieve que la devuelve con rudeza al suelo?

La nieve, sí, la nieve de este blanco sueño que embota esa parte de la mente que se entrevera con el alma.

Qué extraño es este sosegado no sentir, tan diferente de la muerte pasada. Solo logra introducirse en el lienzo una sutil amenaza. ¿Será un tsunami o una bella ola dorada? ¿Será desgarro o arco iris? El alma anhela el galope de esos oiseaux de mon coeur, pero está cansada de acabar siempre en la UCILI (unidad de cuidados intensivos para locos inconformistas). Parece que esta vez prefiere conformarse, parece que quiere huir de caballos sin brida.

¿Podrá seguir reposando?