28/11/20

Vuelta al exilio

Vuelvo con la mente opaca al destierro. Destierro ahora de notas. Separo pedazos del alma.

Para qué engañarme.

Soy yo la exiliada. Me exilio de las ondas que nacen del vientre de la hoguera.

¿Quién le puso vida al tronco?

¿O en realidad muere ante mis ojos?

Tal vez solo trato de engañar a las cenizas.

A las cenizas que un día seré.

Si todo está hueco, ¿cuál es el sentido de este vacío por una verdad?

¿Cuánto vale la verdad?

La cambio por la piel. La mente opaca me lleva de vuelta al invierno en el nido.

O la mente cierta me salva de la falta de esencia.

Si es así, ¿por qué divido?

No puedo creer que las notas mientan.

No puedo creer que el fuego despedace la esencia.

No puedo creer que pierda, una vez más, las palabras que se desparraman por el silencio de estas líneas.

23/11/20

La plaza del distrito F. Capítulo 3

Pedro, como cada noche de guardia, revisaba las bases de datos para comprobar que todo estaba en orden. Hasta después de media hora no le tocaba recorrer el pasillo de las celdas. El silencio era casi absoluto, interrumpido solo por el ruido que producían los aparatos electrónicos de la sala y el sonido de las teclas. Era la 1.30. Todos los presos dormían o, al menos, se mantenían callados. Una noche más de trabajo. Sin embargo, había algo que le inquietaba; una sensación que no lograba identificar.

Unas tres horas más tarde, le llegó el eco de un murmullo. En todos los años que llevaba en su puesto, jamás había escuchado a un preso hablar de noche. La rebeldía solo se daba en los primeros seis meses que duraba el Programa 201. Este sistema de readaptación había resultado ser muy eficaz. Incluso algunos expertos afirmaban que, tras el proceso, los reclusos estaban capacitados para tener una vida normal en la sociedad, pero el Ministerio del Bienestar veía necesario retenerles unos cuantos años, ya que nunca se había probado lo contrario y se desconocían las posibles consecuencias. La prevención era la primera premisa del Ministerio. La sociedad es un organismo –solía decir el ministro en sus comparecencias-; y es necesario que todos sus elementos funcionen correctamente. Si uno solo de ellos enferma, contagiará a todos los demás y esa sociedad se corromperá de manera irreversible.

Pedro se dirigió al lugar donde se originaba el murmullo y, a medida que se acercaba, podía entender algunas palabras: peligro, retirada, traición. Con pasos silenciosos, llegó a la celda 17. El joven al que había limpiado las heridas unos días antes temblaba en el camastro y continuaba su balbuceo. Se quedó un rato de pie, observando. Esa situación era frecuente, sobre todo en las primeras semanas del Programa. Sin embargo, el nuevo aún no había tenido la primera sesión. De todos modos, no comprendía por qué, después de tantas noches en las que había sido testigo de pesadillas en los reclusos, ahora sentía esa extraña curiosidad.

 

Estrella acababa de cerrar un importante negocio con uno de los clientes del distrito F. Regresaba satisfecha a la oficina cuando, al pasar por la plaza, encontró a Jaime hablando amablemente con un señor de unos cincuenta años que llevaba un traje rojo, el cual destacaba junto al uniforme verde de Agente del Bienestar de Jaime. No se preocupe, yo le acompaño, calmaba al hombre mientras le agarraba suavemente del brazo. Hola, Estrella. Te veo muy sonriente. Las cosas van bien, ¿no? La mujer le explicó el motivo de su alegría y Jaime le contó que había encontrado al hombre del uniforme rojo deambulando fuera de su distrito. Parece que se ha despistado. Voy a llevarle a la Cúpula para que le hagan un chequeo. Se despidieron y Estrella continuó su camino.

Recordó su última visita a la Cúpula de Prevención y Reajuste, hacía unos cinco meses. La Sanadora, tras las pruebas pertinentes, le había dicho que se encontraba estupendamente, salvo por la beremina, que estaba un poco baja. Le dio entonces unos frasquitos que debía tomar todas las mañanas durante un mes. Las revisiones en la edad laboral eran anuales, excepto en casos problemáticos. Espero que ese señor no tenga nada grave, pensó.

Aquella noche volvió a soñar con su padre. Ante ella había un objeto redondo y de colores que daba vueltas sobre un eje. El hombre la miraba con ojos risueños y le pareció oír su propia risa infantil entremezclándose con la voz grave y cálida de su padre, quien hacía un gesto con la mano, como indicando algún lugar. Cuando el despertador la sacó de aquel estado, notó una especie de peso en el estómago, pero se esfumó rápidamente en cuanto se levantó de la cama y comenzó su rutina diaria.


4/11/20

La esmeralda

Todos los días iluminaba la plaza con su canto. Amaba con intensidad a esas gentes, pequeñas y grandes, de todas las edades, de todas las formas y colores. Su diminuto corazón titilaba como un sol al poder compartir esos momentos, porque ¿para qué servía esa capacidad suya si nadie podía escuchar la alegre armonía que brotaba de más allá de sus plumas?

Pasaron varias primaveras, pero llegó un abril en que las caras risueñas fueron sustituidas por gruñidos y quejas. Demasiado empalagoso. Insoportable. Levantaron un muro circular donde las nuevas gentes aplaudían y vitoreaban ante un espectáculo sangriento. La pureza del azabache despedazada. El tesoro de la gruta sustraído tras matar al último dragón.

Huyó de la plaza con el corazón herido. Tras un verano seco, el invierno se hizo eterno. Se le fue helando el pecho. Ya no encontraba a ninguno de esos seres que no volaban, pero hacían cosas extraordinarias. Hasta que, en un día lluvioso, se topó con una mirada serena y amable como aquellas antiguas. El ser clavó en él sus ojos brillantes, haciendo que la pequeña estrella de su pecho volviese a titilar y, entonces, abrió el pico con unas inmensas ganas de volver a cantar, pero comprobó que ya no era capaz de emitir ningún sonido. Y aquellos ojos que miraban expectantes se ensombrecieron.

Regresó al nido donde había pasado el largo invierno, sobre un poste triste y solitario, rodeado de gigantes jaulas grises. Luchó contra la niebla que casi había apagado su luz y, en los breves momentos de sol, ideó la manera de recuperar su canto. Buscó la ayuda de las luciérnagas y de las lechuzas. Por lo visto, las gentes sangrientas no habían conseguido extraer todos los tesoros de la cueva; aún quedaba una esmeralda.

Dicen que posee un gran poder, le dijo una de sus nuevas amigas nocturnas, quizás te sirva para lograr tu deseo. Y se despidió dándole las gracias. Sobrevoló océanos, montañas y valles, besó picos nevados y vastos desiertos. En el camino, el hielo que envolvía su corazón se iba resquebrajando. Y, al fin, tras incontables días, encontró la cueva. El trayecto en el interior tampoco fue fácil. A ratos sentía que le faltaba el aire, que le inundaba de nuevo la tristeza. Y, cuando estaba a punto de rendirse, una luz suave y un susurro le hablaron directamente al corazón, derritiendo todo el frío, todo el gris que mantenía atrapados sus colores. Ahora puedes cantar, afirmó con dulzura aquella voz.

Salió al exterior, donde ya no le esperaba el viejo paisaje, sino la inconmensurable Nada. Llenó sus pulmones y de su siringe brotó una alegre melodía que, con cada vibración, iba haciendo surgir de la Nada árboles, arbustos, flores, ríos, montañas... Y, de forma simultánea, la luz de un nuevo sol comenzaba a bañarlo todo. Su canto fue largo, esplendoroso. Cuando terminó, voló hasta un arroyo y permaneció observando todo lo que ahora aparecía ante sus ojillos.

Ahora lo único que faltaba era volver a compartir sus melodías.

2/11/20

Claves para desarrollar el pensamiento crítico

Hoy os traigo algunas claves fundamentales para el desarrollo del pensamiento crítico. En primer lugar, tenemos que hablar del lenguaje, un componente esencial en la adquisición de conocimientos.


El lenguaje: una de las funciones superiores del cerebro

El lenguaje es una de las funciones superiores del cerebro. Aunque la información que voy a compartir ahora la podéis encontrar en distintos libros y documentos, yo estoy utilizando en concreto un pdf elaborado por el Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Universidad Nacional Autónoma de México. En la página 20 nos habla de las funciones superiores:

Estas siete funciones cerebrales tienen, por tanto, un papel imprescindible en nuestro desarrollo. Pero ¿cuál es el del lenguaje? 

Además, el manual de Lingüística coordinado por M. Victoria Escandell (El lenguaje humano) explica que: “El lenguaje se asocia a una capacidad de abstracción que permitió desligar la comunicación de la pura mímesis y del entorno inmediato; y permitió, igualmente, recuperar, transmitir y estructurar el conocimiento”.


El conocimiento de la realidad

Como estamos viendo, el lenguaje es imprescindible para conocer la realidad. Y nuestro conocimiento de la realidad va a determinar cómo nos relacionamos con ella. Cuanto mayor y más exacto sea ese conocimiento, mejor podremos gestionar nuestra vida.

Cuando leemos o escuchamos una palabra, es imprescindible que conozcamos a fondo su significado, pero no solo el literal. Porque por un lado está ese significado denotativo o literal y, por otro, todas las connotaciones que se asocian a esa palabra.

Ejemplo: rojo

  •  Significado denotativo: color
  • Significado connotativo: adjetivo que se empezó a usar para referirse a todo miembro perteneciente al bando republicano durante la guerra civil española y que, en determinados contextos, está cargado de un matiz despectivo, ya que se utilizó y se sigue utilizando para insultar a personas que tienen determinadas ideas.

Cuando no se tiene un conocimiento cultural o histórico, no se puede llegar a ese significado connotativo, con lo cual, la información es insuficiente.

Entonces, ¿qué necesitamos para interpretar correctamente un mensaje?

1. Conocer con la mayor exactitud posible el significado denotativo de las palabras: es una buena práctica recurrir al diccionario de vez en cuando. Además, ahora ya lo tenemos en formato de aplicación para el teléfono móvil. Para ampliar el vocabulario, también es imprescindible tener un hábito lector.

2. Conocer, asimismo, el significado connotativo: hay que tener un conocimiento de la cultura en la que se vive, de la Historia... Es el conocimiento enciclopédico o lo que llamamos cultura general. Este conocimiento enciclopédico se va adquiriendo a lo largo de toda la vida: “nunca te acostarás sin saber algo nuevo”.

3. Pero no solo hay que conocer el significado de las palabras. También es imprescindible tener en cuenta cuál es la relación que tienen las palabras entre sí, esto es, la sintaxis. Por ejemplo, el nexo “y” establece una relación de suma entre los elementos que une; el nexo “o”, de opción entre varias posibilidades; el nexo “pero”, de contraposición; etc. Entre las oraciones, puede haber coordinación o subordinación, etc. Por eso es imprescindible manejar la sintaxis, así como la gramática en general. Cuanto más profundo sea nuestro conocimiento de la lengua, más certera será la interpretación que hagamos de un mensaje.

4. Por otro lado, es muy importante saber interpretar correctamente la intención del hablante, esto es, el proceso inferencial. Y en este proceso es tan importante el lenguaje oral como el gestual, y todo el contexto en el que se está emitiendo el mensaje. Cuando hablamos de intención del hablante, no nos referimos a la intención de la persona. Me explico: imagina que estás siendo víctima de un estafador. Esta persona que desea engañarte pondrá todos sus esfuerzos en hacerte creer que dice la verdad y que es una persona de confianza. Para ello, utilizará determinados recursos (gestuales, lingüísticos, etc.). A esto se le llama ostensión

Por tanto, la intención comunicativa del hablante, de este hipotético estafador, es la de generar confianza. Una persona perspicaz y experimentada verá, por un lado, esa ostensión a través del proceso inferencial (qué me quiere comunicar el emisor), y, por otro lado, verá indicios que le lleven a sospechar de la voluntad del emisor de engañarle. Pero el estafador intentará que ese engaño no se pueda inferir de sus palabras y gestos.

Pongamos otro ejemplo en el que no está presente la voluntad de engaño: una pareja, vamos a llamarles Luisa y Juan, va a ir al cine. La película empieza a las siete, son las siete menos diez y Juan no ha terminado de prepararse. Luisa entonces le dice “son menos diez”, seguramente con una expresión ligeramente enfadada y señalando con su dedo índice su muñeca. La ostensión es clara. De sus palabras y sus gestos se extrae su intención comunicativa, que en este caso es exhortativa: la de que Juan se dé prisa para que lleguen a ver la película a tiempo.

En este caso, no hay dobles intenciones.

Como estamos viendo, la comprensión de la realidad se distribuye en distintos niveles.

<<los niños (...) comienzan usando la palabra "babau" para un perrito determinado, aunque sea de peluche, y poco a poco la van aplicando a más objetos y animales hasta que alcanza nuestra categoría "perro" >>. (¿Qué son las lenguas?, Enrique Bernárdez)

El lenguaje va de lo sencillo a lo complejo y esa complejidad se va alcanzando a lo largo de nuestra vida. En ese proceso, vamos estableciendo relaciones semánticas que nos sirven para estructurar el conocimiento.

 

Los universales de la comunicación

En el artículo Cómo nos convencen los políticos expliqué cuáles son los universales de la comunicación y cómo se utilizan desde la política, la publicidad y los medios de comunicación que sirven a los intereses de los políticos, para manipularnos. Hagamos un repaso:

·         Esclavitud de la imagen

·         Teoría de la disonancia cognitiva

·         Reciprocidad

·         Gregarismo

·         Previsibilidad

·         Principio de economía cognitiva

·         Sumisión

Estas son conductas humanas innatas que conocen y utilizan a su favor aquellos que desean ejercer poder sobre nosotros cuando aún no somos conscientes de ello. El origen de estas conductas está en nuestros primeros pasos como especie. Son "comportamientos heredados tras millones de años de adaptación y que se reflejan, fundamentalmente, en las respuestas emocionales que tienen una importancia vital en la comunicación".  (Principios de comunicación persuasiva, Javier de Santiago Guervós).

Aunque todas ellas son importantes para el tema que estamos tratando, vamos a centrarnos en la disonancia cognitiva.

La disonancia cognitiva es el “malestar psicológico o tensión interna que percibimos cuando una creencia personal se ve cuestionada por una nueva información incompatible o contradictoria”. (https://www.psicoadapta.es/blog/que-es-la-disonancia-cognitiva/)

Para resolver esta tensión, podemos hacer dos cosas: descartar la nueva información etiquetándola como ridícula, pseudocientífica, etc., sin llegar a comprobar si es cierta o no, o comprobar su veracidad y, si es necesario, hacer un reajuste en nuestras creencias.

La reacción más cómoda es la primera, pero para desarrollar el pensamiento crítico es imprescindible llevar a cabo la segunda opción: examinar la nueva información recibida y comprobar su veracidad. Este no es un proceso sencillo, ya que vivimos en un mundo que es una red de mentiras y de medias verdades. Los pasos que debemos seguir en esta parte de nuestra búsqueda dependerán del contexto concreto. Por ejemplo, si escuchamos una afirmación científica, tendremos que comprobar quién la hace, si tiene intereses, si para llegar a esa conclusión se ha seguido el método científico, etc. Y cuidado aquí, ya que en múltiples ocasiones el poder recurre a científicos      para dar a una afirmación una pátina de autoridad (la sumisión es uno de los universales de la comunicación) y, basándose en ella, poder ejecutar leyes o medidas con las que restringen nuestros derechos fundamentales. Por lo tanto, un título científico o una revista de renombre no son indicativos de que una afirmación sea científica. Lo único que pueda dar veracidad a una teoría o hipótesis es la propia naturaleza del estudio por el que se llega a esa teoría o hipótesis: si el investigador ha seguido o no el método científico. No todos los resultados de investigaciones son publicados en revistas de renombre.

Con las afirmaciones de carácter histórico sucede algo similar. Hay algunos historiadores interesados en dar una visión sesgada de determinados acontecimientos del pasado, así que es imprescindible distinguir entre un artículo o libro histórico de otro que no lo es. En el primer caso, encontrarás constantes referencias que se pueden consultar y comprobar. En el segundo, puedes encontrar o bien solo elucubraciones sin ninguna referencia o un discurso manipulado en el que sí se te ofrecen fuentes, pero solo aquellas que sirven para reforzar las ideas que se quieren difundir, mientras que se te ocultan deliberadamente aquellas que refutan lo que se dice.

La mala noticia es que aunque vayamos con pies de plomo, podemos equivocarnos alguna vez y, diciéndolo de manera coloquial, nos la pueden colar sin que nos demos cuenta. Por eso es muy importante estar siempre dispuesto a revisar aquello que creemos verídico sin, por ello, dejar de tener los pies en la tierra.

 

Conclusión

Mantener un espíritu crítico es relativamente sencillo. Alcanzar la verdad (o las verdades) no lo es, pero eso no nos exime de renunciar a ella. El desarrollo del pensamiento crítico es un proceso que dura toda la vida y que comienza en la infancia, cuando empezamos a descubrir el mundo que nos rodea y a organizar la realidad a través del lenguaje. Por lo tanto, una de las claves de este proceso es estimular esta función superior del cerebro, llegar, poco a poco, desde una comprensión literal de los mensajes que recibimos hasta una comprensión mucho más profunda, teniendo en cuenta tanto el significado denotativo como el connotativo. Pero, además, hemos de analizar la intención del hablante, tanto la comunicativa como la personal y aprender a descubrir las dobles intenciones.

Necesitamos asimismo un conocimiento cada vez mayor del contexto, de la realidad histórica, social..., tener una cultura general que nos permita interpretar correctamente los mensajes recibidos, tanto de manera oral como escrita (un tuit, un cartel publicitario, una publicación escrita o audiovisual en facebook, etc. también son mensajes).

Otra clave del proceso es la del autoconocimiento, la de identificar nuestras conductas humanas universales (esclavitud de la imagen, teoría de la disonancia cognitiva, reciprocidad, gregarismo, previsibilidad, principio de economía cognitiva y sumisión) y observar si nos están impidiendo de algún modo llegar a un conocimiento más profundo de la realidad. Pero lo más fundamental es la práctica, pues así es como verdaderamente se aprende.