28/12/21

En busca de la serpiente

Nubes de ladrillos, en círculos una y otra vez, pero no encuentro a la serpiente. 
Vive como desterrada en el Mundo de la No Idea, el único real. Y todos nosotros encerrados, perdidos en esta niebla hecha de microplásticos.
Dicen que en cada célula hay algo vivo, aunque cada vez queda menos. Dicen los que dicen la Verdad. Y yo no hago más que desenredar madejas. Y estoy cansada porque ni conocía su existencia y, por crueles determinaciones, me veo desliando semánticas perturbadas que se mezclaron con mis arterias y mis venas y mis alveolos y retinas...
No, ni la respuesta ni la salida están en pieles ajenas. No caeré en la trampa. 
Seguiré en círculos, o en línea recta, o totalmente perdida (no sería la primera vez), pero nunca renunciaré a esta brújula que desde siempre me acompaña, aunque a veces me confunda más que orientarme.

25/12/21

Un nuevo nombre

Sí supe distinguir el brillo genuino y por el camino derruí arcadias.
No evité la noche. Me senté en su regazo y a ratos recorrí senderos de vientos sin nombre.
Llegué hasta la Esfinge. La miré. Me tragó. 
Y al parirme me dio un nuevo nombre. 
Descubrí que la media luna y las caricias escasas e infinitas que habían logrado crecer entre montones de chatarra eran galaxias y células de musgo hoy... y mañana quizás las pezuñas de un corzo, los estambres de una flor o el aire que exhala alguien al otro lado del mundo. 
Derruí, sí, arcadias; arcadias de porexpán. Pero siempre supe distinguir el brillo genuino que existe en ti y en todo lo vivo.

22/12/21

La violencia oculta tras "la magia de la navidad"

Desde que empieza diciembre (aunque cada año lo adelantan más), se despliega todo un aparato cultural con el aparente objetivo de imbuirnos de un "sentimiento especial" que, por algún motivo, debemos tener en esta época concreta del año. No solo es aceptado por la gran mayoría, sino que hay, además, un rechazo social hacia quienes no dejan colonizar su psique, que, más allá de sus motivos, son identificados automáticamente con el (este sí de verdad) entrañable personaje de Dickens, aunque el autor nunca haya ideado su relato desde la perspectiva del sistema capitalista que nos obliga a "sentir la magia de la navidad".
Y es que, ante todo, esta es la fiesta estrella del capitalismo. Y no solo porque se fomenta el consumismo más salvaje, el derroche y la autodestructividad del organismo (exceso de alcohol y de comida socialmente aceptado), sino en mayor medida por lo que no se ve: el sadismo que se esconde tras tanta impostura
La infancia es la protagonista de esta fiesta. Las calles se llenan de luces que fascinan (sobreestimulan más bien) a l@s más pequeñ@s, en las plazas y en los comercios suenan delicadas voces de niñ@s cantando canciones tiernas y alegres. Todo en estas fechas se prepara para el gran día de l@s niñ@s: el día de la ilusión en que unos seres mágicos les traen regalos. Pero lo que se oculta tras tanto sentimiento "bonito" es, como hemos dicho, sadismo puro.
En teoría, en la navidad se celebra el nacimiento de Cristo y es este hecho cultural el que nos da las claves de la perversión que se esconde tras tanto pseudosentimiento:
1. El nacimiento en la civilización supone un trauma, pero es que este tipo de nacimiento es el establecido por el sistema médico que instrumentaliza (y nos roba) el parto. A quien no tenga conocimiento sobre esto le recomiendo informarse sobre el trabajo de Michel Odent. Y después del nacimiento viene la crianza, que consiste en la represión de las criaturas humanas para lograr su sumisión total al sistema capitalista. Es una castración, es la imposición de la carencia, de la Falta Básica -causada por el matricidio- que durará toda la vida (v. Casilda Rodrigáñez), es el acorazamiento (v. Wilhelm Reich), es, en fin, la máxima expresión del sadismo.
2. En los orígenes de la represión de las criaturas humanas, las religiones han sido un elemento fundamental. Tal es el caso del cristianismo, que demoniza a la madre real, a la madre deseante, a la mujer conectada con su útero que ha tenido un parto placentero, que disfruta amamantando, que duerme con su criatura, que conoce su lenguaje y satisface sus deseos porque sabe que detrás del llanto de un bebé se esconde una gran angustia. La mujer que vive la maternidad como una etapa más de su sexualidad (la madre real) es sustituida por la madre ideal, la virgen, que ha tenido a su hijo mediante una "inmaculada concepción" (v. etimología de "inmaculada"), una mujer cuyas pulsiones libidinales, absolutamente necesarias para el correcto funcionamiento del organismo (y de la sociedad), incluida la psique, han sido reprimidas. 
En conclusión, el mismo sistema que reprime a las criaturas desde el nacimiento (o desde antes, porque el estado emocional de la madre afecta al bebé ya en la fase intrauterina y si esa mujer sufre por una amenaza de desahucio o por cualquiera de los infinitos problemas causados por el sistema capitalista, también va a sufrir su bebé), el mismo sistema que nos castra, que nos roba la energía vital para ponerla al servicio de la acumulación de capital, que provoca neurosis y enfermedades de todo tipo, que causa enfrentamientos sociales, guerras (ahora ya encubiertas; v. blog En Defensa de la Humanidad), hambre, pobreza, esclavitud, genocidios... ese mismo sistema nos hace en diciembre chantaje emocional para que sintamos sucedáneos de ternura y alegría que nada tienen que ver con la ternura y alegría reales (v. "conformidad automática" en capítulo V de "El miedo a la libertad" de Erich Fromm), y además demoniza a todo aquel que de manera consciente o inconsciente percibe esta trampa y no quiere participar en la impostura. Precisamente los poderosos, que sí representan los valores criticados por Dickens en su "Cuento de Navidad", son los que identifican a quienes se dan cuenta de esto con Mr. Scrooge. Nunca dejará de sorprender tanto cinismo. 

16/12/21

La trampa de la ley natural

Desde que comenzó el montaje pandémico, se ha propuesto en algunos medios alternativos la ley natural como una herramienta para la liberación de las garras del sistema. No es mi cometido en esta breve reflexión juzgar su eficacia en situaciones específicas, sino que lo que pretendo es mostrar el error y ocultamiento en el que, a sabiendas o no, se está cayendo.

La clave está en el adjetivo ‘natural’. Una vez más, nos encontramos con la manipulación más frecuente: la lingüística. En este caso, no diría que se trata de selección léxica, recurso que sí que se utiliza en palabras como comunismo, a las que se despoja de su significado real para asociarlas con un contenido simplista y visceral ajeno a la realidad que verdaderamente denotan[1]. Lo que se intenta aquí es hacer pasar por natural algo que no lo es, sino que ha sido creado por el sistema de dominación; se trata, por tanto, de algo artificial.

Además, si vamos un poco más allá, podríamos incluso afirmar que el sintagma ‘ley natural’ es un oxímoron, pues lo natural en los seres humanos es la autorregulación, y antes de quebrarla (deliberadamente) para fabricar esclavos y guerreros al servicio de la realización de los patrimonios, los seres humanos no se organizaban en torno a ninguna ley, sino a sus propios impulsos libidinales.

La simbiosis y la asociación de las formas de vida es la definición misma de la vida. Lo que dijo Kropotkin hace muchos años, hoy la biología celular, la microbiología y la genética lo han confirmado.[2]

La ley se introduce justamente para llevar a cabo la represión de la libido. Y, junto a esta, se crean las religiones y mitos patriarcales, un gran aparato propagandístico para facilitar la tarea a través del control de la psique. Una de estas religiones es la cristiana. La autoridad máxima de la misma es Jehová, quien entregó a Moisés las Tablas de la Ley con los Diez Mandamientos que el pueblo hebreo debía cumplir. Casilda Rodrigáñez ha dedicado parte de su obra a explicar el sentido de leyes como esta, el Código de Hammurabi, etc. y su estrecha relación con la represión de la sexualidad, el matricidio y el sometimiento de las criaturas humanas. La ley, el mismo concepto de ley, tiene la función, entonces, de lograr el desarrollo de la coraza neuromuscular (Wilhelm Reich) en los seres humanos para primero instaurar y después perpetuar el sistema de dominación, el mismo sistema de dominación que hoy ha tomado la forma de dictadura sanitaria, el mismo sistema de dominación protegido por las leyes constitucionales de los distintos estados y el mismo defendido por los derechistas que se han apropiado de la oposición a la farsa pandémica.[3]

Los divulgadores de la ley natural nos cuentan que esta herramienta está basada en la Biblia y en los Diez Mandamientos y que un ateo no puede usarla para defenderse, porque esta ley emana de Dios y, para que sea efectiva, hay que declararse su hijo. El autor de la creación, según esta perspectiva, es el que decide, puesto que lo ha creado, por qué reglas ha de regirse el hombre. Es evidente que algunos de los postulados de la ley natural coinciden con las características de la autorregulación y la organización (ella sí) natural de los seres humanos, pero precisamente aquí radica la trampa: en mezclar y confundir los términos para ocultar nuestra verdadera naturaleza, nuestros orígenes. Igual que el mito de la expulsión del Edén a causa del pecado original oculta la existencia real del Paraíso, no como lugar, sino estado psíquico y social de los seres humanos antes de la dominación, y oculta asimismo la represión (la “mala” es la serpiente, que simboliza la sexualidad femenina reprimida), también el hecho de presentárnosla como natural nos oculta el origen de la ley, que conllevó la destrucción de la libre organización de las criaturas humanas, la ruptura de su vitalidad, el matricidio, la expoliación, la división de la sociedad en clases sociales...

Es como si incendian un bosque y luego dicen que nunca hubo otra cosa más que el desierto, y nos borran de la memoria el bosque y el incendio devastador. Por eso siempre ha habido una mitología de los orígenes, para ocultar los paraísos perdidos y establecer la guerra y el fratricidio y el Poder como consustanciales a la condición humana. Así construyen la Realidad.[4]



[1] Los propagandistas del capitalismo, para proteger el sistema que les ofrece privilegios, se han encargado durante mucho tiempo de acusar al comunismo precisamente de aquello que provoca el sistema capitalista: pobreza, hambre, control... Como es obvio, pues no están hablando del significado real de la palabra, tampoco hacen distinciones entre marxismo, estalinismo, anarcocomunismo, socialismo utópico, socialismo científico... Eso llevaría a las personas a investigar sobre las distintas corrientes, los distintos autores, y entonces saldrían de las emociones de miedo y odio que los propagandistas buscan causar en sus oyentes/lectores.

[2] El asalto al Hades, Casilda Rodrigáñez. Los medios de comunicación, también propagandistas del capitalismo, siguen difundiendo los mismos dogmas de herencia liberal que se impusieron en el siglo XIX, a pesar de que ya han sido superados.

[3] El blog www.endefensadelahumanidad.blogspot.com ha dedicado varios artículos a desmontar a esta falsa disidencia derechista que ha copado los espacios contrainformativos.

[4] El asalto al Hades, Casilda Rodrigáñez.

3/12/21

El desengaño: un gran aliado

El tiempo, las experiencias, el conocimiento o una mezcla de todos estos factores te acaba llevando al desengaño total, pues quizás ya vivías desengañado en algunos aspectos, quizás ya eras consciente de algunos elementos que fallaban en este sistema, o incluso de que todo el sistema no es más que un despropósito, una destrucción deliberada de la vida, de la cordura, del equilibrio. Pero analizaste posibles soluciones y es probable que te embarcaras en algún proyecto o movimiento revolucionario con la idea de sentar las bases para una nueva sociedad que retomase los pilares de las sociedades naturales antiguas, derruidos por aquellos que solo buscan vivir de la dominación, de la extracción sin fin, de la esclavitud en todas sus formas.

Y lo que sucedió es que, una vez más, le viste las orejas al lobo, primero; y después ya el hocico, los ojos... todo el cuerpo. Quizás no es esta la mejor analogía, qué culpa tendrá el pobre lobo de que el ser humano ya no sepa convivir con él. A este respecto, es interesante descubrir cómo fue el tránsito de las sociedades matrísticas (el concepto “matriarcal” no es del todo exacto, como explica Casilda Rodrigáñez) a la sociedad patriarcal que trajeron las invasiones indoeuropeas[1]. Un tránsito no provocado por un proceso o evolución natural. Parece que las comunidades matrísticas fueron primero cazadoras-recolectoras y, más adelante, se hicieron sedentarias y se dedicaron también a cultivar la tierra. En cambio, los indoeuropeos eran pueblos nómadas que pronto comenzaron a domesticar animales, convirtiéndose en pastores. Parece que esta domesticación les sirvió como ensayo para instaurar el sistema de dominación a través de la represión de la sexualidad femenina, de la que es parte el deseo materno, y, en consecuencia, de la represión de las criaturas humanas, cuyo funcionamiento organísmico, basado en el placer, en el libre fluir de los deseos y en el derramarse, fue sometido al acorazamiento, el cual se fue haciendo cada vez más complejo hasta llegar a la terrible situación que vivimos hoy, ya insostenible[2].

Esta ganadería nómada supuso un trascendental cambio evolutivo con respecto a las “técnicas de acecho” del cazador paleolítico, ya que mientras éste último seguía o esperaba las grandes migraciones de herbívoros para su caza, el pastor nómada ya no sigue a la manada, sino que la dirige, se adueña de ella. Aparece de este modo por primera vez en la historia humana el concepto de apropiación (de la naturaleza): "esta vida (animal) es ahora mía."

Así, si hacemos un esfuerzo de empatía e intentamos percibir el mundo desde la perspectiva animista de las cosmovisiones arcaicas, doblegar la “fuerza” o el “espíritu” de un animal para crear manadas de animales domesticados, suponía quebrantar, romper de facto el vínculo ancestral y sagrado entre animales y humanos que había pervivido generación tras generación desde el principio de los tiempos a través de la espiritualidad naturalista paleolítica.

(...)La ganadería es por otra parte un sistema de dominación, de por sí, netamente patriarcal, pues implica una explotación de las hembras con fines reproductivos y para la extracción de su leche. Parece claro que dichas técnicas de dominación eran muy similares a las que indoeuropeos y semitas aplicaron sobre las mujeres de los pueblos que conquistaban, pues ya hemos visto en el capítulo anterior como los estudios genéticos muestran que dichas invasiones estaban compuestas en su inmensa mayoría por hombres foráneos que esclavizaban a las mujeres preindoeuropeas con fines reproductivos.

(“De la matrística al patriarcado”, Guillermo Piquero)

 

El ansia de dominación que ha perdurado desde las invasiones indoeuropeas hasta nuestros días ha llegado a tal extremo que, para evitar que ningún miembro de la sociedad se dé cuenta y pueda desmontar los engaños, es necesario desviar constantemente la atención y los esfuerzos. Para lograrlo, no dudan en recurrir a las estrategias más retorcidas y ruines[3], imitando el lenguaje de aquellos que se han atrevido a hablar o a escribir sobre la naturaleza del sistema y a estudiar cómo eran las sociedades matrísticas. A través de la mentira absoluta no es posible manipular a nadie, pues sería demasiado evidente. Necesitan, por el contrario, fingir que se oponen al sistema y que su objetivo es crear sociedades de seres humanos libres. Pero, por muy enrevesada que sea una mentira, no es posible sostenerla a lo largo del tiempo, así que, a pesar del uso de un lenguaje antisistema y revolucionario e incluso de la ejecución de acciones que también lo son en apariencia (como la reforestación), acaban mostrando sus verdaderas intenciones, cuyo objetivo es, en última instancia, apuntalar el mismo sistema de dominación que fingen combatir y, ya de paso, desviar la atención y la energía de todo ser humano que tenga un mínimo potencial realmente revolucionario. De esta manera, y como explica el blog mencionado en la nota 3, el sistema se retroalimenta continuamente.

Tras el estado de ánimo que provoca el desengaño,
llegan la tranquilidad y la liberación.

Aceptar el desengaño no es fácil. La primera acepción que da el DLE de esta palabra es: ‘Conocimiento de la verdad con que se sale del engaño o error en que se estaba’; y la segunda: ‘Efecto que el desengaño produce en el ánimo’. Y es que resulta doloroso descubrir que estábamos equivocados o que vivíamos engañados, y pienso que no debemos sentirnos culpables por haber creído en un proyecto o en la honestidad de una persona o de un grupo de personas. En mi opinión, la mayoría de nosotros no tenemos la capacidad de ser tan extremadamente retorcidos como aquellos que tratan de salvar el sistema a toda costa y es por ello que confiamos en la honestidad del prójimo y en las buenas intenciones detrás de un proyecto. Lo que sí tenemos es la capacidad de descubrir la verdad que oculta la maraña de palabras manipuladoras y engañosas, pues, como dicen: la mentira tiene las patas cortas y la verdad siempre acaba saliendo a la luz, con lo cual es cuestión de tiempo que nos acabemos dando cuenta de las estrategias de manipulación llevadas a cabo.

Por otro lado, podríamos hablar del desengaño de actividades en las que estábamos involucrados y que nos proporcionaban placer o de metas que teníamos en nuestras vidas. En mi caso, el montaje pandémico me pilló terminando un máster que me apasionaba y tenía la ilusión de comenzar un doctorado. Incluso habían aceptado mi participación en un congreso para presentar la materia tratada en mi inacabado TFM, y al que iban a asistir algunos de mis ídolos del mundo de la filología. Mi desengaño consistió en darme cuenta de lo que realmente es la Universidad, en la que yo creía solo en parte, al contemplar su actitud ante la farsa pandémica. Decidí, por tanto, apartarme del mundo académico sin renunciar a seguir estudiando por mi cuenta todo aquello que me interesa, que no es poco, pero ya sin la guía de tutores y sin ninguno de los beneficios que proporciona sujetarse a lo establecido, que no son más que caramelos para el ego (por ejemplo, el reconocimiento). He ganado, eso sí, en libertad. Y es que aunque el desengaño produce un efecto en el ánimo -como reza la segunda acepción del diccionario-, y además un efecto de pesadumbre, se trata de un proceso necesario por el que debe pasar todo aquel que desee verdaderamente ser libre.

Es posible que, por ser leal a ti mismo, o por incompatibilidad con el conocimiento del que ahora dispones, hayas tenido que renunciar a todo aquello que te convierte en una persona “digna” a ojos del sistema (y del conjunto de la sociedad): trabajo, estudios, distintas actividades, algunas de (o todas) tus relaciones sociales (porque ya no te llenan, porque te rechazan, etc.)... Y, además, poco a poco has ido renunciando también a todo falso proyecto revolucionario, solitario o colectivo, que te proporcionaba la deliciosa sensación de “estar haciendo algo”. Y es probable que hayas acabado viviendo prácticamente como un marginado. A ese estado te puede haber llevado el desengaño. Yo no sé qué nos espera a los desengañados en un futuro, pero sí sé que la verdad es más importante para mí que los caramelos que ofrece el sistema, aunque vengan envueltos en papelitos “revolucionarios”.

 

*Para mí, esta escena de la derrota final de Don Quijote no representa la renuncia a su ideal, tan genuino como el de muchos de nosotros, sino las consecuencias del engaño y las burlas de Sansón Carrasco y de todos aquellos que desprecian y no comprenden los anhelos quijotescos. Se trata del muro con el que nos encontramos cuando decidimos ser desde lo más profundo de nosotros y no desde los convencionalismos temporales. Tras la dura caída, despertamos con Alonso Quijano a la realidad de que nuestros actos no han servido ni pueden servir para recuperar esa Edad Dorada (Dichosa edad y siglos dichosos aquellos...). Y con esto no quiero decir que sea una utopía, pues ha durado más que los escasos milenios en los que ha predominado el sistema de dominación. Me refiero más bien al hecho de que el camino que hemos elegido no es el correcto, debido al ejército de Sansones Carrasco que impiden a toda costa y, como he mencionado, de maneras muy retorcidas, que la máquina de la dominación y la represión se pare. No importan los reinicios que sea necesario ejecutar, no importan las palabras mágicas que deban usar en cada época para convencer a una gran mayoría de que su sistema es el mejor posible (se ha llegado a afirmar muchas veces desde el más perverso cinismo que el capitalismo está acabando con el hambre en el mundo, lo cual es el colmo de la manipulación), ya que despojan a esas palabras de su contenido real (un recurso que se llama selección léxica) y las asocian a ideas reduccionistas para generar determinadas reacciones emocionales. Lo importante para ellos es que la máquina siga funcionando, pase lo que pase. Y para ello tienen que desviar a Don Quijote hacia falsas aventuras diseñadas por ellos y así lo tienen entretenido y deja de suponer un peligro, no siendo que la buena gente con la que se topa durante sus andanzas se acuerde de que, lejos de ser una utopía, la Edad Dorada fue disfrutada durante mucho tiempo por sus antepasados.



[2] El libro Carácter y neurosis de Claudio Naranjo ofrece una interesante síntesis sobre las consecuencias actuales del acorazamiento. Personalmente, soy optimista en cuanto a la posibilidad de recuperar, en mayor o menor medida, el funcionamiento organísmico original. Para ello, es importante reconocer nuestra propia neurosis a través del conocimiento de los eneatipos y, posteriormente, desidentificarnos de la estructura de carácter desarrollada a causa de la carencia de madre (para entender mejor el matricidio remito una vez más a los libros de Casilda Rodrigáñez).

[3] En el blog www.endefensadelahumanidad.blogspot.com se han descrito algunas de estas estrategias.


16/11/21

Canto otoñal al roble

Despide el árbol,

con ligeros besos, a sus hojas,

y vive, sereno, el invierno

mientras el tiempo

nutre la raíz.


Espíritu del bosque,

muéstrame la senda

de la vida redonda.

Oh roble que entregas,

con placer, tus frutos a la tierra,

acompaña, con tu crujir,

mis gemidos,

hasta que el lamento

se convierta en primavera.

27/10/21

El mejor verificador de información

He fracasado. He fracasado en el intento de contribuir a mejorar la comprensión lectora de la sociedad y de fomentar el pensamiento crítico. ¿Habrá sido por no utilizar las mejores armas o es que esta guerra ya estaba perdida antes de que me diera cuenta de que le tenía que plantar cara (si es que acaso esto era necesario)?

Y, además, ¿quién soy yo? Un ser humano, otro de tantos, con la diferencia de que hace años decidí poner el cien por cien de mis esfuerzos en recuperar toda mi humanidad, en ser una más del complejo sistema de sistemas real en el que vivimos y dejar de ser un engranaje de ese otro sistema que quizás deberíamos dejar de denominar así, pues con este uso lingüístico nosotros mismos le damos un lugar hegemónico.

La autorregulación se alcanza, en mi opinión, quitando una por una las piedras del dique y permitiendo así que nuestro ser recupere su cauce natural. Pero, insisto, ¿quién soy yo para derruir diques ajenos? Y, obviamente, nos produce una gran desazón ver el mundo lleno de construcciones artificiales e imponentes maquinarias de guerra -como los fact-checkers-, pero entendemos que el libre albedrío que hoy nos arrebatan es uno de los mayores tesoros del ser humano. Por eso, nos limitamos a advertir de que al final del camino adornado con lucecitas de colores, sonidos de notificaciones, baratas compras on line de todo tipo de prendas y artilugios, stories, tuits, incontables dosis de sustancias salvadoras... solo hay un pozo oscuro y muy hondo.

Nos duele contemplar esta sinrazón, pues siempre hemos añorado esos tiempos antiguos denostados por los mismos que nos impusieron una sociedad de bombas atómicas y crueles experimentos con animales y con los seres humanos considerados por ellos inferiores (judíos, huérfanos, vagabundos...). El mismo monstruo con distintas caras, con distintos nombres. El mismo monstruo que desde hace siglos buscó hacerse cada vez con más riqueza, recursos y dominio. El monstruo con distintas banderas y símbolos que despojó, en todos los rincones del mundo, a la gente de sus tierras para instaurar su sociedad perfecta, su perfecta máquina en la que los desposeídos solo éramos ya una pieza cumpliendo un guion preestablecido.

Pero se encontraron con la dificultad de que las piezas, a pesar de las interminables jornadas en la fábrica, a pesar de la miseria, no habían perdido su naturaleza humana. Así pues, mujeres y hombres de todo el mundo se unieron en contra de los explotadores. Lamentablemente, su lucha encarnizada no fue suficiente, ya que la estructura de poder se fue haciendo cada vez más sofisticada y los explotadores, siguiendo aquello de "la información es poder", lograron colonizar ya no solo las tierras de los antiguos hombres y mujeres libres, sino también sus mentes.

No conformes con haberse convertido en dueños de un aparato mediático internacional, centralizado y potentísimo, decidieron asimismo -¿por qué no?- destruir esas mentes, volverlas adictas, perezosas, modificar sus circuitos neuronales, poniendo ante sus ojos, ya desde la más tierna infancia -ternura que ellos se encargan de aniquilar-, una salvaje multitud de estímulos en constante pugna por captar su atención. Entre esto y la impuesta neoesclavitud para poder satisfacer sus necesidades básicas, robaron a los seres humanos el tiempo que antes dedicaban a la lectura pausada, a la reflexión, a la contemplación, al silencio interno. Los alejaron de los bosques, ya no solo para hacerse con sus recursos, sino también para evitar que escucharan los secretos viejos que salen de sus entrañas.

Comenzó así una espiral en la que el humano se olvidó de sí mismo, identificándose con el pseudoyo que le ofrecían desde afuera*, el único aceptable, pues, de lo contrario, se arriesgaba a recibir el desprecio de toda la sociedad; una sociedad construida sobre dogmas, sobre afirmaciones incuestionables que persiguen el simple objetivo de que los ricos sean cada vez más ricos y poderosos mientras que los desposeídos tengan cada vez menos** y acepten de muy buen grado su falta de libertad y soberanía. 

La cuestión es que, a pesar de la tendencia de muchos a sobrevalorar a los beneficiados por la estructura de poder, nunca dejaron ni dejarán de encontrarse lobos solitarios -o manadas de lobos- que no se dejan convencer, que no ceden a sus chantajes, que se alejan cada vez más de la amoralidad dominante y se desprenden, poco a poco, pero con determinación, del dique tras el que encerraron su esencia. Después de este proceso, los rebeldes descubren que el mejor verificador de información que existe es la voz terruñera de los robles y las hayas.


*Este proceso, llamado por Erich Fromm "conformidad automática" aparece descrito en el capítulo V de su libro El miedo a la libertad.

**Ruego al lector que no malinterprete mis palabras, pues no defiendo la ideología que pretende únicamente que la clase oprimida tenga un mejor nivel de vida material y más posibilidades de consumir productos y servicios innecesarios que nos deshumanizan. A lo que me refiero es a que los bienes esenciales de los que antes disponíamos de manera gratuita, al ser mercantilizados, ahora cuestan dinero. Es importante que distingamos entre hacer uso de algo y poseerlo. Los vecinos antiguamente hacían uso de los recursos del lugar para sustentarse, y esto estaba regulado por el derecho consuetudinario. La posesión convierte a una persona en dueña de una tierra, de una casa... sin necesidad de que la use. Obviamente, rechazo la posesión sin uso, pues suele conllevar explotación.

25/10/21

La agonía alfabética

Exilian mis toscas palabras a este lienzo de mentira. Y yo que ni las abarco ni hago nada por sujetarlas, accedo al vil chantaje.

Ya no es tiempo de libros ni de repartir poemas por las calles principales. Es tiempo de antisilencio, de pupilas cegadas.

Decidme, ¿qué hago con estas palabras?

Valgan poco o suficiente, no me caben en el pecho y me empecino en soltarlas en este desierto abarrotado.

Me entristece la ausencia de postales, los mensajes huecos excesivos. Y un leve mar parece que quiere consolar a mis mejillas cuando contemplo que a mi buzón solo llegan mudos papeles de colores.

Es tan taimada esta jaula numérica que primero me agasaja y, cuando me muestro confiada, va absorbiendo mis palabras, robándome el aliento vital.

Solo me queda escribirlas en el suelo y, con un poco de suerte, quizás conmueva a las nubes y deseen honrarlas con sus lágrimas.



14/9/21

El primer paso hacia la libertad

No es posible alcanzar la libertad si no se comprende qué es la libertad. Y cuando, tras mucho tiempo, llegas a comprender todo el contenido de esta palabra, te das cuenta de que en las sociedades tal como las conocemos, las condiciones impiden la libertad. Precisamente uno de los errores de determinados movimientos de liberación que, por lo demás, no tienen nada de irreprochable, fue el de partir de la misma visión mecanicista que lleva a la humanidad a la esclavitud. Es necesario, pues, conocer en profundidad la naturaleza del ser humano. Y, al hacerlo, descubrimos que para que la civilización exista, es requisito imprescindible originar una escisión en el individuo que le lleve a despreciar su propia naturaleza, destruyendo así la autorregulación, tanto en cada ser humano como en las sociedades.

No estamos hablando, por tanto, de una esclavitud y una destrucción que comienzan exclusivamente con el capitalismo, si bien este modo de producción resulta atroz; sino que su origen se remonta a varios milenios:

<<La sexoeconomía social no se ocupa de una estructura humana que surgió en los últimos doscientos años, sino de una que refleja una civilización autoritaria y patriarcal de muchos milenios>>.[1]

<<Así, desde los orígenes de la dominación (5000 años aproximadamente), la líbido y la palabra han sido objeto de devastación, para sustituir la capacidad humana de entendimiento por la voluntad y la capacidad de dominar y saquear a los propios congéneres>>.[2]

Un enorme porcentaje de las personas que han percibido el gran engaño pandémico de 2020 (el cual es, a su vez, una minoría entre el total de la población) ni siquiera es consciente de la biopatía que nos afecta y desconoce su origen. Algunos de ellos creen que restaurando los derechos recientemente perdidos, se restablecerá la libertad, pero es que antes de 2020 no teníamos libertad. Vemos, pues, que un problema fundamental es el concepto de libertad y el desconocimiento de la naturaleza humana. Otros, siguiendo a quienes se han erigido en líderes del movimiento antiplandemia, presumen abiertamente de su ideología fascista y/o de un misticismo nacionalista que ya se ganó a las masas a principios del siglo XX. Para ellos, la libertad consiste en vencer a un enemigo que es el causante de todos nuestros problemas. Se ha sustituido al pueblo judío por el globalismo comunista y otros inventos y tergiversaciones. Una muestra más del irracionalismo del que ya nos advirtió Wilhelm Reich en el libro mencionado (v. nota 1). También podemos remitirnos al estudio del carácter autoritario en El miedo a la libertad de Erich Fromm[3], donde encontramos una explicación acerca de la atracción que siente el individuo hacia ideas o entes que considera superiores a él, como la nación, la patria, etc. En lugar de liberarse de su angustia vital confrontándola[4] y esforzándose por entenderla, se evade de ella a través del misticismo y la irracionalidad. Es por eso que todos los intentos por explicar a estas personas que el comunismo no tiene nada que ver con ese enemigo de humo fabricado por sus líderes son infructuosos. Han elegido una vía de escape irracional, igual que las masas que siguen a ciegas el discurso oficial han elegido su propia versión de la irracionalidad. Pero lo que lleva a unos y a otros a tomar tales decisiones es lo mismo, la enfermedad que todos y cada uno de nosotros sufrimos a causa de la opresión de milenios. Si queremos alcanzar la libertad, entonces, debemos ser valientes y aceptar que [cito de Psicología de masas del fascismo]:

a) La humanidad está biológicamente enferma.

b) La política es la expresión social irracional de esta enfermedad.

c) Todo lo que sucede en la vida social está determinado activa o pasivamente, voluntaria o involuntariamente, por la estructura de las masas.

d) Esta estructura del carácter se ha formado a través de procesos socioeconómicos, que a su vez son cimentados, perpetuados por aquélla. La estructura caracteriológica biopática de los hombres no es más que la fosilización del proceso histórico autoritario. Es la reproducción biofísica de la opresión de las masas.

e) La estructura humana está animada por la contradicción entre el anhelo de libertad y el temor a la libertad.

f) El miedo a la libertad de la masa humana se expresa en la rigidez biofísica del organismo y en la inflexibilidad del carácter.

g) Toda forma de liderazgo social no es sino la expresión social de una u otra cara de esta estructura de las masas.

h) Lo que ha arruinado el funcionamiento biológico de los hombres no es el tratado de paz de Versalles, o los pozos petrolíferos de Bakú, o doscientos o trescientos años de capitalismo, sino cuatro o seis milenios de civilización mecanicista y autoritaria.

i) Las ambiciones de dinero y de poder son un sustituto de la felicidad de amor no satisfecha, sustentadas por la rigidez biológica de las masas.

j) La represión de la vida sexual natural de los niños y adolescentes sirve a la estructuración de protagonistas y reproductores voluntarios de la civilización mecanicista y autoritaria.[5]

Ahora mismo es imposible la liberación de la humanidad, pues, por mucho que cambien las estructuras políticas, mientras persista la biopatía y la forma social que la causa, no podrá darse la autorregulación natural. Y las condiciones sociales necesarias para que se dé la autorregulación natural no pueden imponerse, sino que el proceso ha de ser orgánico. <<[E]l desarrollo de la economía depende del de la ideología>>.*

En mi opinión, el fascismo va a seguir imperando en cualquiera de sus dos vertientes: o bien prevalecerá el ecofascismo del Gran Reinicio, o bien el fascismo más tradicional, el que ahora está liderando el movimiento antiplandemia, se hará con el poder fingiendo vencer al malvado enemigo, ocultando a sus seguidores que tanto unos como otros son las dos caras de la misma moneda.

Recordemos que el fascismo es <<la expresión políticamente organizada de la estructura del carácter del hombre medio, de una estructura que no está ligada ni a determinadas razas o naciones ni a determinados partidos, sino que es general e internacional>> y <<la actitud emocional básica del hombre autoritariamente sojuzgado de la civilización maquinista y de su concepción vital místico-mecanicista>>.[6]

Comprender esto, aunque no asegura ningún resultado a gran escala, es el primer paso hacia la libertad.



[1] Reich, Wilhelm (2020). Psicología de masas del fascismo. Enclave de Libros.

[2] Rodrigáñez, Casilda (2009). “La degeneración de la raza humana por la pérdida de sus cualidades fundamentales”. https://sites.google.com/site/casildarodriganez/la-degeneraci%C3%B3n-de-la-raza-humana-noviembre-2009

[4] Entiéndase “confrontar” tal como nos indica su propia definición, esto es, ‘ponerse frente a’, no huir del objeto de la confrontación ni tampoco combatirlo con agresividad.

[5] V. nota 1.

[6] Ídem.

*Nota del 28 de enero de 2022: este asunto es complejo y toda opinión sobre el mismo debe estar en constante revisión. Espero que nadie tome mis palabras como verdades absolutas e incuestionables, ya que yo misma me replanteo las conclusiones a las que he llegado en determinados momentos, pues, aunque surjan de reflexiones pausadas y no de ideas repentinas, lo más normal es caer en errores. 


30/8/21

La antibiología del capitalismo

Mi “lucha” es contra el darwinismo, que es una creación interesada y ajena a Darwin. Una serie de figuras influyentes en el mundo científico de la época, encabezadas por Thomas Henry Huxley, lo “asesoraron” cambiando muchos contenidos de El origen de las especies y añadieron justificaciones retóricas para sostener sus prejuicios y su ideología retrógrada: todos eran eugenistas, convencidos de que había que “mejorar” la herencia humana impidiendo que los no aptos se reprodujeran. Estas ideas sirvieron a los grandes magnates mundiales para justificar “científicamente” sus ansias de poder.

Máximo Sandín


El sistema capitalista no duda en aplastar con sus dogmas a toda aquella persona que se atreva al irresponsable acto del silencio interior, el pensamiento profundo y la reflexión crítica. Poco importa que esos dogmas tengan el objetivo de mantener un modelo de sociedad que destruye a todo organismo vivo y a sus hábitats naturales. Sus representantes visibles (científicos al servicio de la industria médica y farmacéutica), con la connivencia del gran aparato mediático (centralizado a través de organizaciones como el Instituto Poynter), se erigen en indiscutibles y únicos portadores de la verdad, utilizando ataques personales, difamaciones, tergiversaciones... para quitarse de en medio a quien tenga la osadía de expresar cualquier idea, opinión, hipótesis e incluso teoría que cuestione tal modelo de sociedad, consistente en que un pequeño porcentaje de personas sin escrúpulos se enriquezcan a costa de la mayoría de seres humanos, echándoles de sus pueblos, robándoles sus recursos y formas de vivir autogestionadas y empleando el aparato policial si se resisten.

La antibiología supuso una parada de los avances naturales de la medicina, ejercida hasta aproximadamente el siglo XX por los llamados por algunos autores médicos artesanos; avances que, a pesar de la persecución y el silenciamiento, nos llevan hasta los descubrimientos más recientes sobre la biología, la ecología, la genética...

Para conocer una concepción distinta de la biología, muy alejada de la visión mecanicista impuesta por el capitalismo, recomiendo leer los libros y artículos de Máximo Sandín y Emilio Cervantes Ruiz de la Torre y de autores anteriores como Lynn Margulis e incluso el teórico anarquista ruso Piotr Kropotkin, que además de sus intereses revolucionarios, también tenía conocimientos de geografía e hizo importantes aportaciones en la descripción de la naturaleza.


En otro ámbito, tenemos los libros de Nicholas Carr que, apoyándose en estudios dentro del campo de las neurociencias, sobre todo, pero también en el olvidado y repudiado pensamiento filosófico, refuta la visión mecanicista de la mente humana y de la naturaleza humana en general, desmontando la metáfora del ordenador para describir nuestro cerebro, mostrando su gran complejidad y alertando del peligro de dejarnos arrastrar por la fascinación que nos producen las novedades tecnológicas.

Para concluir, me atrevo a afirmar que no hay nada más biológico que todo aquello que de nosotros no puede ser medido, catalogado, analizado por un algoritmo. Y dejo el siguiente interrogante: ¿qué interés puede tener un individuo o una empresa en reducir la concepción del ser humano a una máquina, a un objeto?

20/7/21

La dificultad en la reconstrucción de las relaciones sociales

Resulta llamativo que precisamente las personas que estamos defendiendo la pervivencia de lo humano y que tratamos de vivir una vida basada en valores humanos y, por tanto, opuestos a los fomentados por el sistema y necesarios (obligatoriamente) para tener una posición social y una situación económica medianamente aceptable seamos las que, por lo general, nos encontramos con que, dadas las circunstancias, tenemos un círculo social bastante reducido, al menos en lo que se refiere a las relaciones más cercanas. Obviamente, el número de aquellos que solemos calificar de conocidos es más amplio respecto al mencionado círculo social. Y tampoco estoy hablando de amistades íntimas, de plena confianza, sino de personas con las que compartimos algo más que un buenas tardes (tertulias, diversas aficiones, acciones revolucionarias...).

Me pregunto por qué sucede esto y, en principio, aunque es necesaria una reflexión que abarque aún más, llego a algunas conclusiones. En primer lugar, si bien es cierto que todos partimos de la alienación, en un determinado momento se nos presentó la oportunidad de desprendernos del pseudoyo (Erich Fromm) para comenzar un proceso de autoconstrucción o, si se prefiere, de recuperación del yo original. Cuando nos embarcamos en este proceso, podemos percibir cierto desagrado en parte de nuestro entorno, que, al fin y al cabo, era un reflejo de nuestros sentimientos, pensamientos y deseos impostados (inconscientemente).

Además, algunas de esas personas nos temerán al vernos como una amenaza que expone lo falaz e incongruente de las vidas que llevan y que, en algunos casos, nosotros mismos también llevábamos (es algo que va más allá de la situación económica, pues esta puede ser difícil y que, sin embargo, la persona básicamente aspire a ser un engranaje más del sistema: tener un empleo fijo, una casa, un coche... Estoy hablando sobre todo de motivaciones). Hay un asunto, asimismo, psicológico, que tiene que ver con las proyecciones. La persona que está trabajando por recuperar su autenticidad sirve como espejo a la persona que se ha identificado con el pseudoyo y que se encuentra, de este modo, frente a la verdad de que se está matando a sí misma.

Por otro lado, existe la dificultad de la extrema degradación moral, que enturbia las relaciones sociales. Algunas personas no soportamos ya la hipocresía, el cotilleo, el hablar mal por detrás y tantos otros comportamientos tan extendidos hoy. Tampoco vemos con buenos ojos eso que llaman el sincericidio, ya que se basa en la misma dinámica de dominación que lo imbuye todo y que buscamos erradicar de nuestra estructura mental, de nuestras relaciones y de nuestra forma de vida, pues pienso que a las personas se las puede ver desde distintas ópticas. Casilda Rodrigáñez destaca la importancia de la mirada del otro, que ayuda a disolver la coraza. Sin idealizar a nuestros seres queridos, podemos decidir potenciar, con nuestra mirada y nuestra actitud, su sombra y sus inconsciencias (fruto de los traumas y de la coraza) o sus virtudes. Ejercer la continua crítica destructiva y gratuita a los defectos generados por el trauma, muchas veces a causa de las propias proyecciones, solo sirve para sumir al otro en el desánimo y para degradar su autoimagen. Esto no implica que soportemos comportamientos del otro que nos dañan. Y aquí nos encontramos con un tercer problema: ¿quién sí y quién no? ¿A quién sí le ofrecemos nuestra mirada afable, que es un gran acto de amor y entrega, y de quién nos mantenemos alejados para protegernos? Pienso que no hay una fórmula mágica y, además, me planteo si esto es justo y si no se tratará de una actitud egoísta.

Esa es la tesitura, grosso modo, en la que nos encontramos. Nuestra meta sincera es la reconstrucción de la convivencialidad, la recuperación de las relaciones sociales y afectivas basadas en los valores humanos. Sin embargo, vemos que las relaciones con nuestras amistades del pasado se enfrían, porque ahora tenemos motivaciones diferentes; con que ya no estamos a gusto con la mayoría de las personas, porque no soportamos escuchar cómo critican al que se acaba de ir, cómo mienten, cómo utilizan a los demás para medrar o para reforzar la imagen del pseudoyo. Y, además, tenemos miedo de resultar dañados. Por no hablar de que nuestras ideas revolucionarias (entiéndase, no de postín, sino realmente transformadoras) son una molestia para los demás, duramente criticadas, calificadas de utópicas, de imposibles, de estúpidas...

Sumémosle a esto que cada cual arrastra sus propias heridas, los efectos de la coraza. Es cierto que estamos en continuo proceso y que a medida que nos acercamos a nuestra autenticidad, vamos sanando nuestros traumas, pero en cada paso del proceso sigue habiendo una debilidad, una cicatriz.

¿Significa esto que debemos aislarnos del mundo? En absoluto, pues precisamente esa es la meta del sistema: construir individuos despojados de sí mismos, aislados, atomizados, hundidos en la soledad... No, a pesar de las circunstancias desfavorables, más que nunca deberíamos cuidar nuestras amistades y deberíamos esforzarnos en construir una vida social, quizás reducida (o no), pero saludable.

La lástima de esta reflexión es que yo no soy un ejemplo en esto. La esperanza, que no me rindo y sé que lograré mi objetivo.


*Sobra decir que cuando hablo de la reconstrucción de las relaciones sociales, me refiero a relaciones presenciales, pues los poderes fácticos están cumpliendo su plan de digitalizar toda nuestra vida.

13/7/21

No sé hablar de otra cosa que de laberintos

No sé hablar de otra cosa que de laberintos, pero es que tiro del hilo y tardo ovillos y ovillos en llegar al centro. Y busco ahí las palabras que pongan en orden tanta marea. Por un lado me atropellan las olas de un posible futuro, otro más, que me aturde. Ya ni pánico siento, solo resignación, sabiendo que hay sucesos que no dependen de mis pasos. No, no estoy preparada. Tampoco estaba preparada para mi más reciente despedida. ¿Los asesinos de bata blanca, esbirros de esta neodictadura que nadie ve, que nadie confronta? ¿O el destino? Nunca imaginé que diría esto, pero ya no importa. Por otro lado...

Me levanto por las mañanas entre plomo y lodo y tardo vueltas y vueltas de las manecillas en acceder a la sal catártica. Quiero pensar que solo esta vez la vida está de mi parte, que siempre ha sido cierta la melodía interna, brújula de mis temblorosas dudas. Quiero pensar que el aprendizaje no hiere necesariamente, que el jardín está a la vuelta de la esquina, que mis principios no tienen un final a medias, sino que todo lo envuelven, como el eterno vacío que amansa a las estrellas evitando que colisionen en un caos descontrolado.


Quiero pensar que sé distinguir entre soles de cartón y el brillo genuino, discreto entre los obstáculos cotidianos, solo visible para iniciados en el arte de la desnudez.

Sueño con cerezos en flor, sueño con las risas que se atragantan en el pecho roído, sueño que vuelven a fluir los manantiales, sueño con el agua sagrada que pone todo en su lugar, que sumerge en la nada a los destructores (sí, los amos de los batas blancas) y revivifica las cicatrices, devuelve la savia a los sinsabores y adorna con coronas de laureles a los guerreros del corazón.

Sueño y me resigno al mismo tiempo, sin cesar de dar pasos a pesar del plomo, sin dejar de rasgar con ternura y determinación las capas que ocultan lo que soy.

No perderé la esperanza de estar dando los pasos correctos. Y si por el camino se derruyen arcadias... sé que hice las cosas lo mejor que supe y pude. Toda pérdida implica un duelo y sigo teniendo miedo a las ausencias. Nadie dijo que vivir fuera fácil.


10/7/21

¿Hemos de adaptar la divulgación a los "nuevos tiempos"?

Hace ya tiempo me propuse iniciar un proyecto de divulgación centrado en dos objetivos: 1) facilitar a las personas, independientemente de su formación e intereses, conocimientos básicos de lingüística para contrarrestar los efectos negativos de la propaganda difundida incluso en el propio sistema educativo y que sirve a la mentalidad funcional, pero que no tiene ningún tipo de fundamentos y 2) fomentar el pensamiento crítico en una época en la que priman los mensajes excesivamente breves, sesgados, carentes de matices, los cuales llevan al atrincheramiento ideológico, a la búsqueda infinita del sesgo de confirmación, a las etiquetas fáciles y a la incapacidad de aprender algo nuevo.

Antes de entrar a explicar las conclusiones a las que he llegado tras todo este tiempo, es preciso hacer una aclaración. Más adelante, quizás, desarrolle la idea que planteo ahora. Se trata de mi visión acerca del enfoque que debemos dar a los saberes y el conocimiento. El que prima actualmente es el ya mencionado de la mentalidad funcional, la cual ha sido impuesta desde la mecánica de la dominación, que implica la utilización de los seres humanos como mercancía de una manera más sofisticada que en el pasado. Desde este enfoque, los conocimientos que el individuo debe adquirir dependen exclusivamente de las necesidades del Estado y del mercado, con lo cual, todos los demás son considerados inútiles. Además, establece una jerarquía irreal según el nivel socioeconómico que se puede alcanzar con cada rama del saber, lo cual es variable, pues está sujeto a las necesidades del mercado en cada momento y a los objetivos del Estado. Si se me permite la expresión, este enfoque lo que hace es prostituir el conocimiento, que es una búsqueda intrínseca del ser humano. Las criaturas humanas, explica Casilda Rodrigáñez, nacen con curiosidad y, en un mundo no dominado por la mentalidad funcional de la explotación, esta nunca se agotaría. Fue esa cualidad innata, la curiosidad, la que llevó a los humanos del pasado a mirar el cielo y elaborar teorías acerca de la mecánica del Universo, y también a mirarse a sí mismos y a los demás y a buscar explicaciones acerca de todo lo concerniente a nuestra vida en este planeta. Pero no solo eso, pues, precisamente, dado que vivimos en este planeta y tenemos unas necesidades que necesitamos cubrir, nuestros antepasados no dejaron de pensar en innovaciones que ayudaran a facilitar esta tarea. Una etapa interesante fue la llamada revolución industrial en la Edad Media[1].

No podemos negar que estamos viviendo un momento de desarrollo tecnológico. Sin embargo, este está siendo llevado a cabo por la élite financiera, en connivencia con los Estados e instituciones transnacionales, y busca sencillamente un mayor control de la población, cuyos miembros, al mismo tiempo, son anulados y aplastados por el sistema educativo, por el ocio hegemónico y, en fin, por la forma de vida impuesta (como dice Félix Rodrigo Mora, la naturaleza del Estado es fundamentalmente militar). A esas personas se dirige mi trabajo de divulgación. Cuando comencé el proyecto, tenía la esperanza de contribuir, al menos un poco, a fomentar el pensamiento crítico, las reflexiones pausadas, el silencio interior, la lectura profunda... Pero se plantea aquí un problema. Y este es: ¿hacia dónde va la divulgación que tiene mayor repercusión? Esta utiliza las mismas formas de comunicación a las que nos ha llevado el desarrollo tecnológico implementado por las mencionadas élites. Para captar la atención de personas cuyas capacidades cognitivas (que no se malinterpreten mis palabras, por favor) han sido deterioradas deliberadamente, que no pueden leer más de unas líneas sin cansarse,  y además su nivel de lectura no pasa del literal, por lo que no pueden comprender los textos en toda su complejidad; a las que se ha acostumbrado a buscar el sesgo de confirmación y a desechar toda aquella idea diferente a través de la etiquetación, esto es, de meter todo lo que suene a... en un mismo saco sin ir más allá, sin buscar los matices, pues creen que al leer algo o escuchar un mensaje estás suscribiendo ese mensaje, cuando, por el contrario, para poder hacer una crítica profunda es imprescindible conocer cuidadosamente ese mensaje y así desmontarlo con argumentos (un ejemplo es lo que hace Juan Carlos Moreno Cabrera con el nacionalismo lingüístico español. ¿Cómo podría él exponer sus falacias sin examinar detenidamente sus premisas y su uso retorcido del lenguaje?)

Así, me encuentro con el obstáculo de que para que mis mensajes lleguen tengo que adaptarlos hasta un extremo absurdo, prácticamente tendría que mutilarlos y ceñirme todo lo posible a los siguientes criterios:

1º) Es preferible el formato vídeo al escrito

2º) El vídeo tiene que ser dinámico, captando la atención del espectador con expresiones (verbales o gestuales) cómicas, partiendo de un tema de interés, a poder ser de moda (una serie de la que hable todo el mundo, por ejemplo).

3º) El título y la miniatura, que normalmente incluye una breve frase, deben ser una síntesis de todo el contenido del vídeo.

4º) Este, el contenido, debe ser simple, acompañado de imágenes y animaciones.

5º) La duración debe ser corta. No más de diez minutos, si es posible.

Y podríamos añadir más. Sobre el 5º punto es relevador observar la tendencia de las redes sociales, en las cuales lo que más se fomenta son las stories (Instagram), estados (WhatsApp), shorts (Youtube), etc. Y ya de paso podríamos mencionar la terrible tiranía del like y los efectos que produce, cognitivos y espirituales. Porque sí, también es imprescindible hablar de espiritualidad, la cual no se reduce a fantasmas, seres de otro mundo, experiencias paranormales, etc. De hecho, es totalmente compatible tener una vida espiritual y ser ateo. ¿Qué significa “espiritualidad”? Podríamos definirla como una dimensión del ser humano que se centra en el lado inmaterial de la vida. Pero es que la esperanza es inmaterial, así como el amor, los pensamientos y sentimientos, y muchos otros conceptos abstractos (libertad, coraje, justicia, perseverancia...), y estos no tienen nada que ver con lo paranormal.

En cuanto a los perjuicios cognitivos, diría que el más notable es la ruptura del equilibrio entre esfuerzo y recompensa[2]: las recompensas son abrumadoras y el esfuerzo es mínimo. Esto es lo que sucede cuando te hacen la síntesis de un mensaje en el título y la miniatura de un vídeo en lugar de que tú te molestes en prestar atención, comprenderlo y ser capaz de sintetizarlo, reflexionar sobre él, contraargumentarlo, etc. Y es que la contraargumentación y la crítica profunda se han sustituido por reacciones emocionales (dislikes y comentarios brevísimos guiados por prejuicios y una lectura -o escucha, me refiero a textos hablados o escritos- literal). Sería tema de otra reflexión los mecanismos que hay detrás de esas reacciones emocionales. Los perjuicios espirituales, por su parte, tienen que ver con el desarrollo del sujeto, que ya no se conoce a sí mismo, porque no tiene el “espacio” mental suficiente, ya que su propia mente se ha convertido en una especie de memoria USB que acumula datos, muchas veces irrelevantes (me refiero a las numerosas publicaciones que ve cada día) y que son rápidamente sustituidos por otros nuevos. No estoy hablando de la memoria como tal, que nos sirve para aprender las tablas de multiplicar, el alfabeto, etc. y que sigue otros procesos, sino del mero consumo de información instantánea, obtenida con un simple clic o deslizando un dedo. El like, por su parte, sirve para alimentar el ego, es decir, una falsa imagen que hemos creado de nosotros mismos, y conseguir una falsa sensación de autoestima. No podemos olvidar tampoco la dimensión social, pues, por mucho que se llamen redes sociales, lo que hacen es aislar al sujeto y destruir los lazos, y este es uno de los objetivos de la crisis actual, tomando el término que emplea Esteban Vidal -se refiere a otras causas y no en concreto a las redes sociales, pero la consecuencia es la misma- “laminar el tejido social”[3].

Hay otro factor que influye en la difusión de los mensajes y es la competitividad, pues los medios digitales están diseñados de tal manera que son millones de mensajes los que compiten por captar la atención del usuario. Creo que no es necesario que mencione los criterios que hay que cumplir para lograr tener visibilidad, porque estos consisten simplemente en amoldarse a las exigencias del mercado (y los intereses de los poderes fácticos, pues van de la mano), las cuales son cambiantes en su forma y métodos, pero no en su finalidad principal: la concentración de riqueza en pocas manos (Facebook compra WhatsApp, Amazon compra Twitch, Bayer compra Monsanto; desaparecen los agricultores y ganaderos locales mientras Mercadona y otras cadenas de supermercados se enriquecen; echan el cierre definitivo pequeños negocios a la vez que empresas como la ya mencionada Amazon ven aumentar desmesuradamente sus cifras...).

Además de todo lo expuesto, en última instancia, la obtención del saber y el desarrollo de las capacidades cognitivas, entre ellas el pensamiento crítico, dependen del propio sujeto, debido a que existe el libre albedrío. ¿Significa esto que debemos dejar de divulgar y de compartir nuestras reflexiones? En absoluto. Sigo considerando necesario que los mecanismos de la “comunicación persuasiva”[4] sean expuestos, que las nociones de lingüística estén al alcance de todos, pero no sacrificando el mensaje, porque, de alguna manera, ceñirse a los criterios impuestos por la visión funcional del mundo, no solo modifica la forma del mensaje, sino que mutila su contenido, al simplificarlo en exceso. El conocimiento (todo tipo de conocimiento, también el del ámbito artesanal[5], pues ya hemos dicho que la jerarquía impuesta es irreal) debe estar disponible para todo el mundo, pero es la persona la que tiene que poner su esfuerzo en ir hacia él. Por ejemplo, hay bibliotecas públicas llenas de libros, pero hay que ir hasta allí y, sobre todo, leerlos y entender lo que se lee. Del mismo modo, los conocimientos que yo (y muchas más personas) divulgo están accesibles, insisto, no solo en mis blogs, sino también en libros, conferencias o en el propio objeto de estudio, que son las lenguas naturales (y para acceder a ellas no es necesario permanecer en una biblioteca, sino escuchar a la gente, sobre todo del rural, gracias a la cual se conservan las lenguas estigmatizadas por el poder a través de sus falacias). Del mismo modo, aunque no estoy en absoluto en contra de la adquisición de conocimientos teóricos, para aprender sobre los animales, las plantas, los ríos, etc. qué mejor que observarlos. Tales perspectivas, teórica y experiencial son totalmente compatibles, pero la teórica sin la experiencial está incompleta.

A modo de conclusión, me reafirmo en mi decisión de no adaptar mi mensaje a los “nuevos tiempos”, estando en todas las redes sociales, haciendo pequeños vídeos y stories, tomando como hilo conductor un tema de moda, etc., ya que el efecto sería contrario al que busco. Frente a la forma de comunicación impuesta por el poder, hemos de reivindicar una comunicación que nos permita desarrollarnos como individuos y como seres sociales. En el primer caso, a través de la dimensión cognitiva y espiritual (reflexión, silencio interior, observación...) y, en el segundo, practicando la escucha, la empatía, la disolución del ego., etc., que son actividades opuestas a las ofrecidas por las redes sociales.



[1] Dos libros acerca de este asunto:

  • Balboa de Paz, José Antonio (1992). Ferrerías bercianas, CDN Ciencias de la Dirección.
  • Gimpel, Jean (1995). La Revolucion Industrial En La Edad Media, Taurus.

[2] Yus, Francisco. “Géneros analógicos, géneros digitales”.

[3] Vidal Pérez, Esteban (2021). Informe coronavirus. La biopolítica de la pandemia. Potlach Ediciones.

[4] De Santiago Guervós, Javier (2005). Principios de comunicación persuasiva. Arco Libros.

[5] Una de las personas que realizan esa labor es Eugenio Monesma: https://www.youtube.com/user/EugenioMonesma