25/10/15

Deseo

El tiempo pasa muy lento a veces y mi pecho está encendido. Mi piel tiene sed de flores. Desapareció la necesidad de deshacer el nudo de mar. Tal vez ya se desenredó en una de mis noches azules, las cuales, a pesar de los intermitentes días grises, tengo miedo de perder.

No sé si contestar a las llamadas que de vez en cuando me hace un punto en el mapa, pues cuando lo he hecho, estaba vacío. Pero no, no quiero hablar de paisajes. Mi noche así, azul, es bella, aunque mis días también desean.

Suelo atormentarme con la idea de que mi rostro ya no es el mismo, que realmente el tiempo no pasa lento, como si hubiese, por lo tanto, dos tiempos, el pequeño y monótono y el fugaz y enorme que arrasa con todo lo bueno, como un huracán, y deja marcas demasiado visibles. Pero el agua toca mi corazón, y recuerdo al poderoso dueño del manto, quien es capaz de devolverle el brillo a la flor marchita y el entusiasmo al alma vieja.
Dejo de pensar en el tiempo, pero mi pecho sigue encendido y no ha llegado el día de que sople el viento. Para colmo, figuras de cartón quieren embelesar mi carne insistentemente. Solo puedo respirar tranquila en mis noches azules, y estas no son muchas. Aunque es cierto que en ellas, el corazón brilla más, de modo que aumenta la sed.


¿Sed de sol? Quién sabe. 

21/10/15

Renunciar a renunciar

Y después de mi nueva renuncia, de estas líneas que se volvieron a desdibujar, quedamos las calles de vieja piedra y yo. 

Constantes amaneceres, algunos de ellos obligados. Caricias en el corazón, aunque la piel tiene un poco de sed. Nuevos soles. Adiós de tinieblas que fueron yo (¿lo fueron?). 

Segundas incertidumbres. Temblor del corazón. Amenaza del miedo. Esta vez no quiero abrirle la puerta. Deseo de atravesar el puente sin mirar abajo ni a mis espaldas. Solo caminar con los ojos cerrados, con la certeza de que las flores besaron mi rostro.
Sonrisa no velada. Ojos sin piedra. Estrellas fugaces que no se chocan contra las paredes del pozo. No, ya no más pozos. Ya no más corazones que se niegan a abandonar sus zarzas. No más aguas estancadas, sino dulces arroyos que cantan al tranquilo viento. 

No más pasado. Solo un tiempo lleno de tiempo.

2/10/15

Silencio. Viento varado

Días sumergidos en la tibieza a ratos fría del hogar, días en que no se mira por la ventana, haya afuera paraíso o cemento.


Días de silencio en el alma, de otoño en blanco y negro. Estas notas acariciándome, tú meciéndome. Sabes que hoy no hay sonrisa.

No se irá el calor del todo, pero hoy toca de menú melancolía. Hoy toca eco de porqués, toca niebla que oculta el camino.

Descansa el tiempo del azabache y del rojo anhelo. Imágenes que quieren reposo, tal vez eterno. Muerte de paisajes que han sido despojados de su canto; el búho cerró los ojos.

Destino

de silencio que arranca sutilmente bosques dorados. Noche que se transforma en carbón, y este en cenizas que el viento se lleva despacio.


Se equivoca el mar al decir que el barco está quieto. Anoche miré: desapareció el barco. Cuentan los viejos marineros que trabó amistad con Cerbero.

Hoy solo respirar, entonces.