28/3/20

Corazón de niña

No quiero elegir entre tú y mi alma. No quiero dejar mis sueños de niña, que vi materializados en un bosque de robles y luciérnagas. Cómo puedo renunciar al dulce arroyo que compartía conmigo su canción. 

Pero me dolería tanto ahora soltar tu mano... Si el rubí que me mantiene viva no cree ya en el viejo tiempo lineal y convierte cada semilla, cada sombra, cada sonrisa pequeña en un portal dimensional que todo lo transforma o lo preserva a su elección.

Lo quiero todo. O mejor morir, si no existen mis sueños. Si soy solo eso que dicen. Si solo respiro, como, duermo, amo unos cuantos años; si ser adulto es fingir estar vivo -asfalto y billetes, quimeras y alcohol-; si es así, prefiero morir siendo niña; prefiero vivir soñando. Agarrada de tu mano y al lado del duende que me vuelve loca, caminando siempre tras las hadas que ríen en el bosque de mis sueños.

Y si no me quieres niña, si no me quieres navegando en un barco de papel al que empujan los cuentos del viento... si prefieres soltar mi mano, seguiré viviendo, un poco más triste, pero viviré.

Lo único que quiero que crezca son mis sueños y mi corazón. Maduro cuando aprendo a pintar de colores las emociones que ensucian el mundo, cuando comprendo mis errores, me levanto del suelo y empiezo a hacerlo mejor.

No entiendo otras formas de madurar o de crecer. Todo lo que mata mi corazón de niña lo soplo tan fuerte que acaba siendo partículas de sol que adornan el horizonte.


25/3/20

25-III-2020


No puedo llamarte mi sueño si yo no te creé. Estás por encima de cualquier dios y aun así nos sostienes a todos; poderosos, marginados, campesinos, grandes ejecutivos, camareros, parados...

Te acaricié. Me abrazaste. Solo un tiempo. Me alegrabas la vista y el corazón. Yo te cuidaba y te cantaba.
Y se rompió. Y me rompí.

Pasé años reparando los fragmentos.

Y aunque se supone que aquí estás, con otras formas y otra voz, ya no te siento completa. Te busco en los cuentos de mi almohada mientras mis pies añoran alas.

Necesito que tu manto evapore esta falsa jungla roja y gris. Y regreses imponente. O yo regrese a ti risueña, como antes.

No te llamo mi sueño aunque no hago otra cosa que soñarte y dormir en ti cuando eso que llaman realidad me obliga a tener los ojos abiertos.

Ya no estoy rota, pero todavía no te encuentro.