30/8/21

La antibiología del capitalismo

Mi “lucha” es contra el darwinismo, que es una creación interesada y ajena a Darwin. Una serie de figuras influyentes en el mundo científico de la época, encabezadas por Thomas Henry Huxley, lo “asesoraron” cambiando muchos contenidos de El origen de las especies y añadieron justificaciones retóricas para sostener sus prejuicios y su ideología retrógrada: todos eran eugenistas, convencidos de que había que “mejorar” la herencia humana impidiendo que los no aptos se reprodujeran. Estas ideas sirvieron a los grandes magnates mundiales para justificar “científicamente” sus ansias de poder.

Máximo Sandín


El sistema capitalista no duda en aplastar con sus dogmas a toda aquella persona que se atreva al irresponsable acto del silencio interior, el pensamiento profundo y la reflexión crítica. Poco importa que esos dogmas tengan el objetivo de mantener un modelo de sociedad que destruye a todo organismo vivo y a sus hábitats naturales. Sus representantes visibles (científicos al servicio de la industria médica y farmacéutica), con la connivencia del gran aparato mediático (centralizado a través de organizaciones como el Instituto Poynter), se erigen en indiscutibles y únicos portadores de la verdad, utilizando ataques personales, difamaciones, tergiversaciones... para quitarse de en medio a quien tenga la osadía de expresar cualquier idea, opinión, hipótesis e incluso teoría que cuestione tal modelo de sociedad, consistente en que un pequeño porcentaje de personas sin escrúpulos se enriquezcan a costa de la mayoría de seres humanos, echándoles de sus pueblos, robándoles sus recursos y formas de vivir autogestionadas y empleando el aparato policial si se resisten.

La antibiología supuso una parada de los avances naturales de la medicina, ejercida hasta aproximadamente el siglo XX por los llamados por algunos autores médicos artesanos; avances que, a pesar de la persecución y el silenciamiento, nos llevan hasta los descubrimientos más recientes sobre la biología, la ecología, la genética...

Para conocer una concepción distinta de la biología, muy alejada de la visión mecanicista impuesta por el capitalismo, recomiendo leer los libros y artículos de Máximo Sandín y Emilio Cervantes Ruiz de la Torre y de autores anteriores como Lynn Margulis e incluso el teórico anarquista ruso Piotr Kropotkin, que además de sus intereses revolucionarios, también tenía conocimientos de geografía e hizo importantes aportaciones en la descripción de la naturaleza.


En otro ámbito, tenemos los libros de Nicholas Carr que, apoyándose en estudios dentro del campo de las neurociencias, sobre todo, pero también en el olvidado y repudiado pensamiento filosófico, refuta la visión mecanicista de la mente humana y de la naturaleza humana en general, desmontando la metáfora del ordenador para describir nuestro cerebro, mostrando su gran complejidad y alertando del peligro de dejarnos arrastrar por la fascinación que nos producen las novedades tecnológicas.

Para concluir, me atrevo a afirmar que no hay nada más biológico que todo aquello que de nosotros no puede ser medido, catalogado, analizado por un algoritmo. Y dejo el siguiente interrogante: ¿qué interés puede tener un individuo o una empresa en reducir la concepción del ser humano a una máquina, a un objeto?