10/9/13

Mi fiel compañera


Ella nunca me dejó, sin embargo muchas veces yo me aparté, unas hundida en la cenagosa rutina y otras corriendo tras mi divinidad vestida de monstruo. Pero ella, mi fiel compañera, siempre regresa con su dulce incondicional sonrisa. Y me acuesto entonces en su inspirador regazo, que pronto se transforma en alfombra mágica que me lleva a recorrer los más bellos, misteriosos u oscuros lugares, los introduce en mi pluma y yo simplemente transcribo lo que ella, con su infinito amor, me mostró. Yo sí que puedo decir que sin ella no vivo, no podría ser feliz. Quizás era ella quien realmente se formaba en el útero y lo que creo que soy yo no es más que un conjunto de tristes, hirientes e inútiles pensamientos. En ese caso, muera yo y viva ella para inundar con su chispa el mundo.

Llévate tu mar

Llévate tu mar, que al rozar mis manos perdería su sabor. Viste que las esferas no se tocaban. No tires más de los años, que se rompe el tiempo y ya no soy la misma. Unos me hago más vieja y otros derramo mi perla sobre mi sangre, tornándose ésta multicolor. Mira tu vida, allí está todo lo que necesitas. Qué fui más que una estela en tus aguas silenciosas. Dónde está nuestra libertad; la tuya en ti, la mía en mí. Mucho perdón necesité para recuperar mi Sol proyectado en ti, pero no, no hablemos de vacíos y tristezas varias, que ya se ahogaron en el verdadero amor, el que aprende a darse uno mismo. Por eso, procura no recordarme más, no preguntarte cómo me va, pues cada vez que me piensas, se apaga temporalmente un rayo de mi Sol y hoy más que nunca necesito que me caliente allá en lo alto.