17/7/19

25.000

Empecé este blog hace casi una década aprovechando que internet me daba la posibilidad de compartir mis textos con muchas más personas. 

No son todos los que están ni están todos los que son: a lo largo de estos años, he ido eliminando algunas de las entradas que publiqué al principio, así que el contenido ha variado con relación al original. En cambio, el aspecto apenas ha cambiado, pues siempre me gustó la imagen de fondo y los colores, y no creo que los sustituya. Y, como es de esperar, no subo al blog todo lo que escribo, así que "no están todos los que son".

El blog ha sido y es una extensión de mí misma: aquí están recogidos mis sentimientos e inquietudes más profundas, mis ejercicios narrativos, mi pasado, mi presente, mi conciencia y lo más irracional e inconsciente. ¿Por qué lo comparto en lugar de dejarlo en mi disco duro, en mis papeles? Por pura necesidad instintiva. No sé si a alguien le sirve, no sé si os hace disfrutar, soñar, sentir, añorar, odiar... Sí que me gustaría transmitir mi humanidad a través de las palabras, y con humanidad no me refiero a bondad, solidaridad y sentimientos positivos, sino a todo aquello que nos hace precisamente humanos, pero eso es algo sobre lo que os invito a pensar a vosotros.

Podría haberme fabricado una imagen, podría usar estrategias para tener mayor presencia en este espacio virtual, pero ante todo sé que lo que hay al otro lado son personas. Personas con una mentalidad diferente, con gustos diferentes, con otras vivencias. Personas que aún no se conocen a sí mismas o que se han identificado ya con lo que creen ser, personas que se hacen preguntas y están en proceso de conocerse, o tal vez personas que se conocen en profundidad.

Mi deber -como digo, instintivo- es expresar, compartir. Lo que sucede en el interior de quienes reciben estas palabras ya escapa a mi control.

No me arrepiento de nada de lo que he escrito, porque en su momento tenía una razón de ser, aunque ahora hayan cambiado aspectos de mi personalidad. Un río en parte es siempre el mismo y en parte siempre es diferente. Así es como yo me siento.

No soy Gandhi, no soy Buda ni Jesucristo. A veces siento rabia, en determinadas épocas he acumulado veneno. Y otras veces un amor transformador sale desde lo más profundo por mis poros, bañando y ordenando las letras, perdonando, perdonándome. Pero somos cíclicos, no lineales, y nunca sabemos cuándo el monstruo de nuestro interior va a llamar a la puerta de nuevo. En lo que sí podemos mejorar, a través de la práctica, es en la capacidad de evitar que ese monstruo nos domine y que salpique de punzantes tinieblas a los demás, teniendo siempre en cuenta que reprimir no es una solución eficaz.

A pesar de no ser un ente luminoso que llena y alegra los corazones (espero que se haya notado el tono ligeramente burlesco), hemos llegado a las 25.000 visitas y me leéis de distintas partes del mundo. Me habéis aportado el alivio de que mis palabras no caigan en la Nada. Escribiría de todos modos, pero los lectores son las especias que enriquecen la comida.

Lo único que me queda es daros las gracias por estar ahí, con veneno, con sombras, con monstruos, con cárceles y laberintos.

¡Gracias y hasta la próxima!


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