No puedo llamarte mi sueño si yo
no te creé. Estás por encima de cualquier dios y aun así nos sostienes a todos;
poderosos, marginados, campesinos, grandes ejecutivos, camareros, parados...
Te acaricié. Me abrazaste. Solo
un tiempo. Me alegrabas la vista y el corazón. Yo te cuidaba y te cantaba.
Y se rompió. Y me rompí.
Pasé años reparando los fragmentos.
Y aunque se supone que aquí
estás, con otras formas y otra voz, ya no te siento completa. Te busco en los
cuentos de mi almohada mientras mis pies añoran alas.
Necesito que tu manto evapore
esta falsa jungla roja y gris. Y regreses imponente. O yo regrese a ti risueña,
como antes.
No te llamo mi sueño aunque no
hago otra cosa que soñarte y dormir en ti cuando eso que llaman realidad me
obliga a tener los ojos abiertos.
Ya no estoy rota, pero todavía no te encuentro.
Precioso
ResponderEliminar