19/9/20

Cuando besé al Minotauro

 

Reivindico una vez más mi concepto del amor, ese que conocí tras atreverme a besar al Minotauro. Un amor que es alquimia, batir de alas y no solo cobijo en el invierno. El coraje de limpiar los ojos de viejas mentiras y dejarse inundar por las verdades que estaban dormidas, esperando en lo alto de la torre.

Un amor que implica tensión entre fuerzas aparentemente opuestas, tormentas que hacen tambalear tu barco, pero que siempre te llevan a algún puerto en el que descansar para después proseguir tu viaje.

El amor está a cada paso que das, en cada uno de los movimientos que realizas. Incluso, cuando te sientes paralizado, está en cada molécula de oxígeno que recorre tu sangre.

Y muchas veces tendremos miedo y la rabia se apoderará de nuestras cuerdas vocales, pero hasta en ese momento la alquimia seguirá actuando en silencio.

2 comentarios:

  1. Tanta verdad en un texto tan breve.Breve en el sentido reduccionista del espaciotiempo acotado a la formalidad de un escrito para lectura rápida en un contexto virtual y apurado que consume palabras como un tragamonedas ávido de acumulación inmediata. No así el Amor, que no es "enamoramiento" ni "cachondez" sino trabajo lento, demasiadas veces, también, doloroso, silente; porfiadamente esperanzado en llegar al siguiente peldaño, aquel en el que seguramente perderemos otra piel pero obtendremos un nuevo pasaje hacia lo desconocido de lo propio para seguir desde allí a nuevos portales de conciencia.Largo camino este, el de la alquimia; en la que el mismo minotauro no es más que nuestro propio reflejo al que debemos besar, para trascender. Mi reconocimiento a su voz.

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  2. Un largo camino, sí. Lo has explicado muy bien.

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