30/11/13

La noche perdida

Poco me visita la noche. Despierto en medio de la misma blanca neblina en la que me dormí, con el mismo plomo en mis párpados, moviéndome como un autómata.

¿Cuántas horas tardo en reconectarme con mi ser? Algunas veces paso días enteros sin estar conmigo.

Desde que perdí mi noche.

Desde que perdí mi noche, hay en mi pecho un trozo de roca lunar llena de cables para emular mis latidos.

Ojalá supiera dónde suenan...

Aquí ya no hay silencio, melodía, ni siquiera ruido. La blanca neblina se ha instalado también en mis oídos.

Vivo (¿vivo?) envuelta en un halo artificial que me aísla incluso de estas palabras, que se van perdiendo, que se van...

No




me




rindo.

Me han robado mi espada, como a Richard, e incluso me separaron de mi don. El enemigo, el imperio del anti-silencio, ya se ve a sí mismo como vencedor. Sólo le falta quebrar la poca fuerza que recorre mi cuerpo y que más parece agua estancada. No puedo malgastarla. He hallado la raíz, la solución definitiva. Si resulta, todo acabará para ellos. Desterraré la blanca neblina.

¿Cómo será la nueva noche, el paisaje en el que brille otra vez mi luz? Ni siquiera sé si encontraré mi corazón. Vivir con un trozo de roca en mi pecho es peor que la muerte. A veces sólo quiero descansar, allá donde esté mi sangre, en el lugar en que suene mi voz.

La victoria de esta batalla, si la hay, no será para mí. Será para la esperanza, será para lo nuevo. Este no es mi sitio. Sólo estoy de paso.


Y mi noche...



...¿también estaba de paso?



Siento que jamás volverá.

No hay comentarios:

Publicar un comentario