26/10/17

En los días de niebla

La sombra enredadora amenaza con lacerar de nuevo el pecho, y me trae palabras viejas que mi cuerpo, hoy cansado, no puede esquivar. Camino por bosques de cristal y humo. Y debate el vestiglo con mi sangre.

Pero, esta vez, vence la pureza. Se posa como un suave sol en mis rincones, sin quebrar telarañas, convirtiendo el polvo en destellos.

Y olvidan mis manos esas que sostienen cantos monocordes disfrazados de blues, o tintineantes danzas en concurridas calles. Promesas de explosiones bajo cuencas vacías que me niego a llenar, aunque me sobre fuego.

Y se van las palabras cargadas de escorpiones. Las derrite el beso de la ondina, que se sumerge en caudalosos ríos sedientos siempre de paisajes. Y teje la prudente, mientras bebe ocasos. Perdonándose a sí misma por dejar en los días de niebla su labor. Porque no es fácil ser Penélope y Ulises al mismo tiempo.


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