7/6/20

Renacer

Huyen las ondas ante mis ojos. Y ni el temor de que no vuelvan y acabe el río siendo un desierto hace que pueda liberar mis manos.

Solo cuando termina el presente, entiendo mi fracaso.

Recuerdo entonces que me devoré a mí misma sin saber cómo.

Golpeo el acero desde adentro. Grito y solo me oigo yo. Me oigo amplificada, con lentitud. Cada parte de cada frecuencia. Y no puedo hacer nada.

La máscara me consume, me silencia, me sonríe con desdén, sabiendo que, una vez más, ha ganado la partida.

Solo queda liberar los ríos de mi propia alma callada. Solo así la permite hablar.

Me ha robado las manos, las cuerdas vocales y casi, casi ha pulverizado el corazón.

Qué me queda.

Queriendo protegerme, me condena al dolor más absoluto.

Si encontrase las palabras exactas para convencerla, si solo me dejase libre unos instantes para demostrarle su error.

Ha olvidado que nació de mi anhelo de volar aun sabiendo que acabaría convertida en cenizas, en el fondo del precipicio, junto al mar.

Ha olvidado que del polvo surge la vida. Que hay otras voces y que las sombras las determina el Sol.

Ha olvidado y yo seguiré susurrando con la fuerza de las olas que se funden con la roca.

Tú has olvidado. Yo te recordaré.


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