Pedro
era un niño corriente. Jugaba al balón con sus amigos, montaba en
bicicleta, iba de pesca con su padre y los domingos echaba una
partida de dominó con el abuelo. Parecía feliz, aunque a veces,
cuando estaba solo, se quedaba con la mirada perdida y alguna lágrima
suelta conseguía resbalar por su cara. Año tras año, la lágrima
asomaba cada vez menos hasta que por fin desapareció de su cara y de
sus recuerdos.
Supongo
que querréis saber qué le sucedía a Pedro. La gente dice que hay
que pensar sólo en el futuro, pero si pierdes un zapato por el
camino y comienza a dolerte el pie, ¿no das media vuelta para
recogerlo? Lo que en realidad temen es quedarse estancados en esa
parte del camino, pero evidentemente si rescatamos nuestro zapato es
para seguir andando.
Viajemos
entonces al pasado de Pedro. Está acostado en su cama. Ha sido un
día agotador en que no ha parado de jugar y de ayudar a su padre.
Mamá abre un libro y comienza a leerle su cuento favorito. A Pedro
le fascina trabajar con su padre. Hoy han hecho un mueble y papá le
ha dejado utilizar la sierra, pues dice que ya es mayor. Pero también
le gusta, tras un día intenso, recibir el acogedor abrazo de mamá y
escuchar su dulce voz.
Están
en la escena en que el sastrecillo se enfrenta al gigante y piensa
sobre la manera de vencerle, pero antes de que se le ocurra la
ingeniosa idea, se oye la puerta principal. Papá ha regresado del
taller y se dirige hacia ellos, pero en lugar de darle las buenas
noches le arrebata bruscamente el libro a su madre mientras dice:
-Vas
a amariconar al crío.
La
madre se levanta en silencio y Pedro percibe la humedad en sus ojos
antes de que abandone la habitación. El padre apaga la luz y le
ordena que se duerma. Le entran unas inmensas ganas de llorar, se
echa contra la almohada para que nadie le oiga y estalla en lágrimas.
Nunca
antes había llorado tanto, ni siquiera cuando era más pequeño y se
caía. Pero nadie lo supo. Desde ese día ya no volvió a ser el
mismo. Algo le faltaba, algo que ya nadie le puede dar, salvo él
mismo. Pero esa es otra historia que aún no ha sido escrita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario