11/5/14

Libertad que esclaviza. Yo elijo la verdadera libertad

Hay heridas enormes en muchos corazones, y sin embargo, sabemos que ninguna es imposible de curar. El amor, la paciencia, la humildad actúan como un desengrasante a la hora de eliminar todo el dolor y las afirmaciones destructivas arraigadas en nuestra mente.

Entonces, ¿por qué algunas personas eligen quedar atrapadas en esa tela de araña de su pasado? Personas que hablan de libertad, que ¡aman! la libertad, eligen en "libertad" el dolor del pasado

Eligen seguir haciéndose daño a sí mismas, pero no tienen en cuenta el daño que puedan causar a los demás. Imagina a alguien herido en un pozo y personas estirando su mano para ayudarle. Comienzan a alzarlo, pero en mitad del trayecto, esa persona decide que no quiere continuar, que es más fuerte el apego que siente por el pozo que lo que le espera afuera: la libertad en mayúsculas.

Tendríamos que diferenciar entonces entre libertad de elección, que es libre albedrío y libertad de cadenas, de las experiencias del pasado, libertad para seguir los deseos del corazón y no de la herida.

¿Por qué entonces llaman libertad a elegir la miseria, el dolor? Y no sólo eso, sino que fabrican una falsa personalidad que se aferra con ansia a esas cadenas y les engaña tergiversando los conceptos, haciéndoles ver que la verdadera libertad son las cadenas, que fuera del pozo, donde está el mundo libre, les espera una horrible celda.

Y en el pozo comienza a llover. Son las lágrimas de esas personas que sostienen al herido engañado por su propia mente. Los brazos se debilitan. Le insisten para que continúe, pero se ata aún más a la mentira. ¿Qué hacer? Algunos toman la decisión de soltarle. O puede que sea él mismo el que se suelte. De nuevo en el fondo del pozo se siente cómodo, pero el corazón de esas personas quedó dañado.

¿Dónde quedó la esperanza? Fue secuestrada por la mentira.

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