25/1/22

Cuéntame tus cuentos, Madre

Me grito que no puedo. Que no puedo dentro de este falso caos seguir mi senda. 

Todo incendiado. Todo quebrado.

Solo Gaia persiste, quieta. Y algunos revoloteamos alrededor de sus faldas, a veces. O nos sentamos en su regazo para escuchar sus cuentos. 

Pero nuestros ojos no se cierran ante la crueldad ejercida contra la vida. Hay algo no natural que lo consume todo, que va apagando los colores.

Ese algo que encerró ya en los primeros años el flujo, quedando atrapado en las pestañas, en el cuello, en la tristeza y en el vencimiento. 

Y ahora tratamos de volar, de respirar y latir, como el pajarillo, como la ballena. Pero nos desorienta el gris en el mar, en el aire. Por eso no hallamos la senda.

Cuéntame tus cuentos, Madre. Besa mis ojos para que solo vea tu dulce aliento y mi sangre sea como las lágrimas del Fénix. 

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