16/1/22

La ceniza y los enredos

Escupo las palabras con los labios sellados. La libreta me mira despectiva desde la luna y Febo, mi amigo en otras eras, se burla de mi debilidad. Sabe que no puedo separar el intento espiral de la bruma y que escribo en un suelo casual con la ceniza que aún no consigo dejar de emanar. Y que por eso solo salen enredos y cacofonías.

Es un tartamudeo, un torpe borbotear de algo que no es agua ni materia que se le parezca. 

Yo, que amo y ensalzo la vida, me canso hasta de respirar porque las células están semiapagadas. Seguir desenredando los hilos del ovillo heredado se me hace semejante a empujar una montaña.

Dónde están los mundos que anhelé. Se han consumido antes de llegar a los dedos. Ya ni hablemos de los pétalos que encallan nada más nacer.

Oh Febo, apaga tu risa malévola y lánzame tus rayos como hacías en mis años tiernos. O alúmbrame desde adentro para que empiece a vivir antes de que la nieve lo cubra todo. 

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