Es un tartamudeo, un torpe borbotear de algo que no es agua ni materia que se le parezca.
Yo, que amo y ensalzo la vida, me canso hasta de respirar porque las células están semiapagadas. Seguir desenredando los hilos del ovillo heredado se me hace semejante a empujar una montaña.
Dónde están los mundos que anhelé. Se han consumido antes de llegar a los dedos. Ya ni hablemos de los pétalos que encallan nada más nacer.
Oh Febo, apaga tu risa malévola y lánzame tus rayos como hacías en mis años tiernos. O alúmbrame desde adentro para que empiece a vivir antes de que la nieve lo cubra todo.
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